En 1851, tuvo lugar en Londres la primera Exposición Universal. El imperio británico, entonces en su apogeo, quiso construir para ella un edificio que fuera el de mayores dimensiones del mundo. Pero enseguida se puso de manifiesto que resultaba imposible construir con ladrillo o piedra y en un lapso de tiempo de nueve meses, un edificio más vasto que las mayores catedrales, que precisaron de siglos para erigirse.
Entonces, un jardinero, Joseph Paxton (1803-1865), conocido por la audacia constructiva de sus invernaderos, proyectó una caja inmensa, con dos elementos básicos: unos pilares con rótulas en la parte inferior y un chasis.
Con sus 3.300 pilares de hierro, 2.224 viguetas y 300.000 cristales sostenidos por 205.000 marcos de madera, este primer palacio de exposición universal constituía también el primer gran ejemplo de prefabricación racional. Este edificio, llamado el Crystal Palace, medía 563 por 124 metros, y sus elementos estándar, que cubrían una superficie de 70.000 metros cuadrados, pudieron ser desmontados y reconstruidos en Sydenham, hasta que un incendio lo destruyó por completo en 1936.
Considerado durante mucho tiempo como una de las maravillas del mundo, o al menos como la obra maestra de la era mecánica, el Crystal Palace influirá considerablemente en la técnica y en la estética de los demás pabellones de las exposiciones universales que se irán celebrando hasta el final de aquel siglo.
Desde 1855, y hasta el año 1889, todas las exposiciones universales destacadas tendrán lugar en París. En 1867, Gustave Eiffel, joven ingeniero de 35 años, se hizo ilustre construyendo, en colaboración con Krantz, una Galería de las Máquinas en el Campo de Marte, lugar elegido para estas manifestaciones. Pero la más extraordinaria Galería de las Máquinas fue la edificada por el arquitecto Louis Dutert (1845-1906) y el ingeniero Contamin (1840-1893) para la Exposición Universal de 1889, en París. Los 43 metros de altura de la bóveda habrían permitido colocar en su interior la Columna Vendóme.
La Exposición Universal de 1889 simbolizaría la apoteosis de la arquitectura metálica, con esta Galería de las Máquinas y, sobre todo, por la Torre Eiffel. Gustave Eiffel (1832-1923), célebre por sus puentes, autor de la estructura metálica que sostiene la estatua de la Libertad, en Nueva York, y de las esclusas del canal de Panamá, realizaba, con su torre de 321 metros, el edificio más alto jamás construido. Con la Torre Eiffel y la Galería de las Máquinas, surgía un nuevo orden de belleza, denominado más tarde tecnológica. Triunfaba el mundo de la máquina, que durante mucho tiempo había sido sinónimo de fealdad. De esta manera, la Torre Eiffel iba a convertirse en el símbolo de la modernidad triunfadora. Aparte de puentes, grandes almacenes y pabellones para exposiciones universales, se construyeron edificios fabriles con métodos de prefabricación ya muy avanzados. En 1801 se construyó una fábrica de tejidos de algodón de siete plantas, con elementos de fundición prefabricados en unos talleres de Birmingham.
A mediados del siglo XIX, los forjadores construían casas metálicas para enviarlas en piezas desmontadas a los emigrantes de América y Australia. Hacia finales del siglo XIX, la idea de la prefabricación se había impuesto totalmente. Coignet, Hennebique y Cottancin la emplean poco después de 1890. Resulta difícil comprender, pues, por qué fue abandonada algo más tarde, hasta que la redescubrieron Gropius y Le Corbusier, durante la década de 1920, y aun así se utilizó poco o defectuosamente a lo largo del siglo.
