Arte clásico y erotismo

La construcción del desnudo, el cuerpo deseado

La asombrosa idea de ofrecer a la vista pública un cuerpo desnudo fue griega. Los atletas competían desnudos en los juegos deportivos ante la mirada de miles de espectadores vestidos, los muchachos practicaban deporte desnudos en las palestras de las ciudades, las esculturas mostraban cuerpos varoniles a pleno sol en los santuarios, en las oscuras celias de los templos o como parte del paisaje funerario sobre las tumbas de sus cementerios. La invención del desnudo artístico, trascendental para la historia del arte occidental, es de una innovación y atrevimiento sin precedentes.
Cómo llegan los griegos a esta curiosa concepción es un debate abierto. En cualquier sociedad vestida, como fue la griega, el desnudo tiene un efecto tabú: es poderoso, peligroso, es algo especial y monstruoso. Un cuerpo desnudo puede ser inquietante, impresionar y asustar, y como arma psicológica puede usarse hasta en la guerra. Algunos guerreros galos se presentaron así ante los romanos en la batalla de Telamón: «eran impresionantes la presencia y los movimientos de los hombres desnudos que estaban en primera fila». El desnudo puede ser también denigrante y vergonzoso como el de los prisioneros vencidos y humillados, arrastrados, vulnerables e indefensos ante la presencia de los reyes del Próximo Oriente. O podemos encontrar con mucha frecuencia en el mundo antiguo el desnudo mágico, ligado al ritual y a la fecundidad, donde los falos se presentan erectos y que Grecia conserva en sátiros y hermas. El cuerpo desnudo de hombres y mujeres puede simbolizar la pureza del ofrendante ante la divinidad, o la vulnerabilidad de una mujer atacada, o la fealdad y decrepitud de la vejez... El desnudo que inventaron los griegos es muy distinto. No participa de ninguna de estas connotaciones negativas. Es una forma de vestido, de un hermoso y digno vestido, que diferencia sexos, etnias y clases sociales.

 

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