Únicamente Assurbanipal (del 668 al 631 a.C.) parece encontrar un placer en el descanso después de la batalla y no en la tortura de los prisioneros.
En el palacio de Nínive hizo esculpir un relieve, hoy conservado en el British Museum, que es famoso con el título de El reposo bajo la parra. Eran los últimos tiempos del poder asirio, unos veinte años antes de la destrucción de Nínive, cuando Assurbanipal se hizo representar en el jardín, tendido en un lecho y con una copa en la mano. Junto a él, sentada en un trono, la reina escucha el relato de sus hazañas.
Se trata de una de las rarísimas representaciones de mujeres asirías que existen. Todo parece sugerir tranquilidad: árboles frondosos, racimos colgando del emparrado, pájaros, música dulce y servidores atentos. Sin embargo, un poco más allá cuelga de un árbol la cabeza ensangrentada del vencido rey del Elam.
La caza es otro tema favorito de los escultores asirios, probablemente porque se trataba del mejor entrenamiento para la guerra. En Kalakh, Assurnazirpal II caza leones y toros, tirando al arco desde su carro de guerra. En Jorsabad un príncipe joven, quizás el que sería el terrible Senaquerib, hijo de Sargón, caza pájaros en el bosque, acompañado de su halconero.
En Nínive, Assurbanipal caza leones a caballo o desde su carro en grandes frisos que se han hecho célebres por las obras maestras de arte animalista que contienen: la leona herida, con las patas posteriores paralizadas; el león agonizante; el león y la leona en el bosque.
Finalmente, las escenas religiosas en las que los reyes aparecen con frecuencia oficiando como sumos sacerdotes. En Kalakh, Assurnazirpal II se hizo representar repetidamente en monumentales relieves, con figuras de tamaño superior al natural, ofreciendo el cáliz a la divinidad y asistido por eunucos lujosamente ataviados que sostienen sus armas.
Muchísimos relieves asirios corresponden todavía a la idea de un rito mágico para la fecundación. Ciertamente se encuentran en Asiria algunas supervivencias del rito que fue la devoción primordial de los sumerios, o sea la de propiciar la lluvia en tiempos de sequedad o, por el contrario, conjurar los diluvios en épocas de lluvias torrenciales. Pero en Asiria el régimen del agua es más regular, ya que son muy frecuentes las tempestades hasta en verano. No obstante, las cosechas podían ser más o menos abundantes según se practicaran o no los ritos de la fecundidad.
