Rembrandt

Como si fuera para ayudar a su ascensión, Rembrandt se enamora, dentro de la familia de su marchante, de una joven de origen frisón y procedente de gente rica. Saskia van Uylenburgh aporta dinero. Incluso se ha dicho que Rembrandt se casó con ella por esta razón. Es verdad que ambos trabajaron en común para la ascensión social del pintor. Pero también es cierto que representó para Rembrandt el ser cuyos rasgos podía dar a las mujeres de sus cuadros: la mostró como Flora, la pintó, sentada en sus rodillas, en un extraño retrato conyugal que los representa festejando. Es ella la que preside, misteriosa, en el Banquete de bodas de Sansón. Yel primer dibujo que le hizo atestigua un amor profundo y una compenetración sentimental innegable. Más tarde, cuando esté enferma (traerá al mundo muchos hijos que sólo vivirán unos días), antes de dar a luz a Tito, no cesará de pintarla dormida en una calma doliente o debilitada cerca de la cuna.
Así se puede creer que la joven pareja compró en 1639 una casa próxima a la del marchante Üylenburgh; una gran casa como no la tenían los pintores de aquella época. Una casa muy grande en la calle de los Judíos, o sea en la Jodenbreestraat.
Allí, Rembrandt trabaja y recibe visitas. Tiene otro taller donde reúne a sus alumnos.
Curiosamente, no se sabe cuál sería con exactitud la religión de Rembrandt, cuya obra fue profundamente religiosa. Se supone que si perteneció a una comunidad protestante fue a la de los menonitas, la más intelectual. Vivir entre judíos no era solamente instalarse entre los descendientes de los héroes bíblicos, sino también frecuentar a los grandes espíritus filosóficos como el rabino Menasseh ben Israel, cuyo retrato hizo y de quien ilustró un libro.
Rembrandt es ya un gran personaje. Los encargos afluyen y se lanza a una serie pictórica como no se había emprendido hasta entonces en los Países Bajos. Son grandes cuadros de temas bíblicos donde realiza los proyectos de su juventud: el Sacrificio de Isaac, los retratos de Saskia como Flora, la serie con el tema de Sansón (Sacrificio de Mano o, Banquete de bodas de Sansón, Sansón amenazando a su suegro, la Ceguera de Sansón), el Rapto de Ganímedes y la famosa Dánae.
Pintura sonora, pintura de colorista, pintura nueva: nadie antes que él, ni siquiera Caravaggio, había tenido la idea de sujetar en tierra la cabeza de Isaac por la mano de Abraham, para aboliría, para explicar, al mismo tiempo, el asesinato sacrificial. Nunca, hasta entonces, la sensualidad de Dánae esperando la lluvia de oro (y si no es Dánae es cualquier mujer que espera el deseo de un dios) ha resplandecido tanto sobre el decorado que la rodea. Este arte de madurez recuerda los grandes vértigos de misterio y de horror que había en los primeros cuadros en los que la mujer señalaba el hombre dormido a sus asesinos, en que unos caballos enloquecidos galopaban alrededor de Perséfone conquistada por Plutón. Esta época que se la puede llamar "época de Sansón", pues es la de una fuerza que se expande, es la de las primeras expresiones personales de Rembrandt.
Este es el arte que Rembrandt enseña a sus alumnos. Ellos le siguen. Los discípulos los difunden. He aquí un arte que ya no es el inventario de las riquezas de este mundo, en el cual la pintura holandesa se confina felizmente. El gusto por la aventura, la sensualidad, la fe, nada de esto está de moda en la Holanda del segundo tercio del siglo XVII, a no ser en la escuela de Rembrandt.
El éxito de esta escuela ante la opinión es seguro. El pintor a quien se pide, en 1641, el proyecto de una composición sobre el tema de la Concordia del Estado, es Rembrandt. En 1642, cuando las diferentes sociedades de tiro de Amsterdam deciden hacer pintar cuadros que los representen en las ceremonias que organizaron para recibir en la ciudad a la reina de Francia, Catalina de Médicis, es Rembrandt quien compone su grupo (16 milicianos y 2 oficiales), conocido luego, aunque no tenga nada de nocturno, bajo el título de la Ronda de noche.

Ronda de noche de Rembrandt
Ronda de noche de Rembrandt (Rijksmuseum, Amsterdam), cuya supuesta ambientadón nocturna desapareció en 1946 al liberar la tela de sus diversas capas de barniz amarillento. Esta obra, una de las más célebres del holandés, se la encargó una corporación de arcabuceros y parece que provocó des contento porque no todos los personajes que debían aparecer en ella tenían igual tamaño, como era de precepto en los retratos de grupo holandeses. Rembrandt dispuso a los arcabuceros integrándolos en una escena de la vida diaria ciudadana. La tela fue reducida al trasladarla al Palacio Real.

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