El relato bíblico comienza en el pilar del ángulo sudoeste con la creación de Eva a partir de la costilla de Adán, que yace dormido a sus pies; la bendición y entrega de Eva a Adán, aún somnoliento; la advertencia de Yahvé sobre el fruto prohibido; el Pecado propiamente dicho, con Eva dialogando con la serpiente encaramada al árbol, mientras Adán ingiere la manzana maldita; la reprensión divina a los infractores que, avergonzados, se ocultan y se acusan entre ellos (Adán a Eva y ésta a la serpiente).
En la escena siguiente, las imágenes de Adán, que trabaja la tierra con una azada, y Eva, con el instrumento emblemático de sus quehaceres domésticos, el huso de hilar, sancionan la condena al trabajo, y en definitiva los papeles reservados al hombre y la mujer en la sociedad medieval.
Prosigue la narración del Génesis con las ofrendas de los hijos de Adán (Abel sostiene el cordero y Caín el manojo de espigas); el fratricidio, con Caín golpeando a su hermano en la cabeza con una azada, útil alusivo a su oficio de agricultor; y la maldición divina al homicida. La caída en el Edén no sólo supone el castigo laboral, sino también la irrupción de la discordia y la muerte en la vida de los hombres.
Después se desarrolla un nuevo ciclo de condena, ahora desencadenada por la cólera divina contra la humanidad pecadora. A la expulsión le sucede el Diluvio Universal, del que sólo se salva el justo Noé con su familia. Al igual que Abel, el patriarca se convierte en una prefiguración del Mesías y su arca se asimila con la nave de la Iglesia, capaz de conducir a las almas hasta la salvación a través del proceloso océano.
El cantero gerundense representa a Dios con el libro en la mano anunciando la inminencia del diluvio y dando instrucciones a Noé sobre cómo ha de construir el arca, trabajo del que se ilustran dos momentos: la tala de los árboles y la preparación de los tablones. Esta última escena es particularmente célebre por su iconografía, pues se caracteriza al patriarca como un avezado carpintero que se afana en su taller en compañía de un joven aprendiz.
Tras un capitel decorado con unas hermosas parejas de sirenas, leones y aves afrontadas, el discurso prosigue con la entrada de Noé, su mujer y sus hijos en el Arca, figurada como un barco que contiene en su interior una casa con techumbre a dos aguas y ventanas por donde se asoman los miembros de la familia.
La historia de Noé termina, en la galería occidental, con el episodio de su embriaguez que se resume en tres escenas: el patriarca cosecha la viña plantada tras el diluvio; después, mientras duerme ebrio y sin ocultar el sexo como consecuencia de la postura y de su corta indumentaria, es objeto de las burlas de su hijo Cam, a diferencia de sus dos hermanos Sem y Jafet, que cubren con respeto la desnudez de su padre; por último Noé, conocedor del escarnio, maldice a Cam.

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