En 1070, el arzobispo de Narbona y el prelado de Urgel consagraron una primera iglesia románica (en sustitución de dos templos anteriores, uno de ellos consagrado en el año 997), tan profundamente remodelada en la siguiente centuria, gracias a las generosas donaciones del conde de Urgel, que precisó una nueva consagración solemne del obispo Bernardo Roger en 1163.
El cabildo adoptó entonces la Regla de San Agustín. Después, durante el gobierno del prepósito Bernardo de Pampa (1161-1195), se inician las obras del claustro, adosado a los primeros tramos de la nave del mediodía.

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