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Historia del Arte

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El Imperio Medio (2)

Lo mismo puede decirse de Amenemhet, del Museo del Louvre, que se titula a sí mismo nada menos que «jefe de los profetas de Shedit». Es posible que este sea el secreto de la belleza del arte del Imperio Medio: su expresión cohibida, unas veces, y, otras, dolorosa.

Sin embargo, la dificultad, cada vez mayor, de esculpir figuras exentas, obligó a producir estelas en relieve, que iban colocadas en la antesala del sepulcro y sustituían las estatuas de las primeras dinastías. Estas maravillosas estelas responden siempre al mismo tipo: el difunto está representado recibiendo las ofrendas, solo o acompañado de su esposa e hijos. Enfrente, los sucesores o parientes practican el rito mágico que espiritualiza los alimentos que le acompañarán en la tumba. El difunto extiende la diestra en gesto de recibir gustoso los manjares que le traen los parientes, mientras las mujeres aspiran el perfume de la flor de loto.

Respecto al estilo, los relieves del Imperio Medio revelan un importante cambio en la técnica. Mientras los relieves de las mastabas del Antiguo Imperio salían por entero del plano del fondo y tenían un delicado modelado, estas estelas tienen las figuras frecuentemente hundidas por debajo del plano del fondo. Con ello se consigue casi una doble silueta: la del contorno blanco, que marca la luz en los rebordes de la talla, y la de las sombras negras del plano más saliente.

A primera vista, se diría que esta técnica del «relieve hundido» deriva del deseo de ahorrarse trabajo, puesto que ha de ser más fácil excavar en la superficie sólo el espacio ocupado por las figuras que no excavar todo el fondo y dejar que únicamente sobresalgan éstas. Pero lo que llevó a rehundir en la superficie de la piedra los relieves del Imperio Medio fue el sutil placer de ver la línea doblemente acentuada con la doble silueta del blanco y del negro. Se diría que con ello se obtiene el efecto de un grabado al acero, y no es extraño que estos relieves hayan sido calificados de relieves «tipográficos».

En ocasiones, las figuras eran coloreadas -en tono rojo oscuro los hombres y rosado pálido las mujeres- como se puede ver en la estela del tesorero Mereu, del Museo Egipcio de Turín. Los perfiles exquisitos de los cuerpos, de líneas deliberadamente alargadas, parecen dibujos más que relieves. Todavía hoy transmiten el encanto de las gráciles y esbeltas figuras femeninas blancas de la estela del intendente Nakhti (Louvre), y de las suntuosamente coloreadas de la tumba de Djehuty-hetep (Museo de El Cairo), enfundadas en sus túnicas ceñidas sobre el cuerpo y con su provocador escote a la moda de la época.

Otra serie de figuras típicas del Imperio Medio son los llamados»modelos»o»maquetas»y las figuras de sirvientas o esclavas con las que se enterraban los grandes señores. Son piezas de madera que, en el caso de algunos «modelos», representan moradas enteras. En otros, granjas y talleres; la carpintería, el matadero, el granero o la panadería del señor feudal, con todos sus siervos trabajando en las mismas tareas en que se ocupaban en vida. Cuando el difunto era un gran general, se depositaba en su tumba una compañía de soldados de madera pintada, en miniatura.

Grande es también el placer que proporcionan las grandes y esbeltas figuras de las sirvientas, portadoras de ofrendas, como la famosa del Louvre, que pertenece a la XII Dinastía. Son graciosas y elegantes, de una belleza que parece más moderna que la de las canéforas griegas que llevaban en la cabeza, como ellas, la canasta de flores y frutas.

El final del Imperio Medio viene determinado por la invasión de los hiksos, un pueblo semita, procedente del desierto de Arabia, que invadió el Bajo Egipto hacia el 1700 a.C. Estos bárbaros, armados con espadas y lanzas de hierro y utilizando carros, dominaron el delta durante casi un siglo y medio. Los faraones les pagaban tributo desde su capital de Tebas, en el lejano Sur. Pero el 1580, Ahmosis, fundador de la XVIII Dinastía, los expulsó hacia Palestina. Con ello terminaba el Segundo Período Intermedio y se iniciaba la larga etapa que recibe el nombre de Imperio Nuevo.

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