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Historia del Arte

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Los grandes templos del Imperio Nuevo (2)

Unas veces los patios no tienen columnas a su alrededor; otras éstas están dispuestas en una o dos filas, pero solamente a los lados; otras forman un verdadero claustro en los cuatro lados del área descubierta. El primer patio de Karnak lleva en el centro, de puerta a puerta, dos filas de columnas monumentales que señalaban una avenida o calle en medio del inmenso cuadrado del patio; en cierto modo, venían a ser como la prolongación de las grandes avenidas de esfinges que conducían a los peregrinos hasta las primeras puertas del santuario.

Algunos de estos patios están decorados con una hilera de colosos en las dos paredes, como puede verse en Karnak y en el Rameseum. Cuando las columnas se hallan en los cuatro lados del patio, a veces no son todas del mismo orden, sino que las de entrada y fondo llevan por ejemplo, capiteles acampanados, y las laterales, capiteles de flor de loto sin abrir, completamente distintos de los campaniformes. Pero por regla general, como acontece en Luxor, los cuatro lados del pórtico son semejantes.

A estos patios debía tener libre acceso el pueblo; son propiamente la antesala del santuario, y venían a representar el claustro o nártex del templo cristiano. Allí debieron de efectuarse también algunas ceremonias, pero el auténtico culto se celebraría en la sala hipóstila, situada después del patio, y no era ya lugar tan accesible.

El nombre de sala hipóstila es también griego, y tiene el significado de sala bajo columnas. La sala hipóstila recibe la luz de lo alto. Esto se consigue dividiéndola en naves por medio de filas de columnas, unas mayores y más altas en la nave central, y otras columnas más bajas que sostienen el techo de las naves laterales. La diferente elevación de las naves deja un espacio de muro, cerrado con celosías de piedra, por donde penetra la luz, como por altas ventanas laterales.

Una sala hipóstila es, pues, un espacio grande, sostenido por columnas, con el techo plano, formado de grandes dinteles, con la nave central más alta, cubierta con bloques de una pieza, sin ventanas en los muros, pero dotada de iluminación superior.

Las salas hipóstilas de los templos egipcios, con penumbra misteriosa, sin ninguna abertura indiscreta, a excepción de las celosías superiores; con sus hileras de columnas, que tamizaban la luz de lo alto; decoradas siempre con los fulgores vivos de los relieves policromados, debían de ser la obra maestra de la construcción y el arte egipcios. Algunas de ellas tienen dimensiones extraordinarias.

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