Estas graciosas columnas hacen que Luxor sea quizás la más exquisita obra de arquitectura de Egipto. Karnak supera a Luxor por sus dimensiones, Luxor a Karnak por su belleza.
La escultura y la pintura contribuyen también al aspecto general del monumento. Los templos están todos ellos decorados con relieves, que cubren las partes planas del edificio, sin sujetarse a la distribución impuesta por los elementos arquitectónicos, arquitrabe, friso y cornisa, como ocurre en el templo griego.
Donde queda un espacio vacío en la pared, y hasta en los fustes de las columnas, los escultores lo llenan de relieves y tapan las juntas de las piedras para no tener que encerrar sus asuntos dentro de los límites de cada hilada.
Estos relieves eran después policromados; en algunas construcciones, el clima excepcional de Egipto nos permite admirarlos todavía con sus colores primitivos. Son generalmente esculturas de poco saliente; la luz intensa de la Tebaida bastaba para acentuar todos los detalles. Las formas están admirablemente dibujadas, y los relieves levantados al principio sobre el plano del muro, pero durante el Imperio Nuevo, cada vez se prefirió más los relieves rehundidos, excavados de la superficie, que queda más alta que la decoración escultórica, siguiendo el estilo iniciado en los relieves sepulcrales del Imperio Medio.
Otra forma de relieve son los llamados speos o templos rupestres, excavados en la roca, en Nubia. La frontera del Egipto propiamente dicho estaba en la primera catarata del Nilo.
Más allá empezaba la Nubia, que los egipcios llamaban Kush, poblada por tribus de tez más oscura y de negros. Allí estaban los yacimientos de los cuales procedía el oro. Para asegurarse la posesión de la Nubia, Ramsés II hizo construir una cadena de fortalezas militares a lo largo del Nilo y también templos excavados en la roca viva, en las gargantas donde no hay márgenes para poder edificar.
Los dos templos subterráneos más grandiosos y conocidos son los speos de Abu Simbel. Están en la orilla izquierda del Nilo a unos 40 kilómetros al norte de la segunda catarata. El mayor de los dos speos está dedicado a la gloria de Ramsés II y en su fachada hay cuatro colosales estatuas del faraón entronizado, talladas en la roca. Tienen poco más de veinte metros de altura y son, por tanto, mayores que las estatuas sedentes de Amenofis III, del llano de Tebas, que los griegos llamaron Colosos de Memnón. Encima de estas cuatro figuras gigantescas hay un friso con treinta y tres monos cinocéfalos de cara al Este, adorando al sol naciente.