Arte de los Imperios Medio y Nuevo

Los grandes templos del Imperio Nuevo

Los templos del otro lado del Nilo, llamados Karnak y Luxor, se encuentran mucho mejor conservados. Ellos son la obra sucesiva de todos los faraones. Ambos templos estaban dedicados a Amón y unidos en la antigüedad por una avenida monumental, de la que se pueden reconocer los rastros en la llanura donde estaba la gran capital, Tebas, la de cien puertas. Actualmente se levantan solitarios en el terreno de aluvión que se extiende a la derecha del río, en un desierto de ruinas.
Para construir el núcleo principal de estos dos templos de Tebas, Luxor y Karnak, con sus salas hipóstilas y pilones, fueron necesarios todo el poder y las riquezas de los grandes príncipes y conquistadores de Asia.
Más adelante, hasta los faraones helénicos, o Tolomeos, y algunos emperadores romanos quisieron todos agregar un nuevo elemento a los edificios religiosos de la antigua Tebas. Uno de ellos enriqueció el patio, ya construido, con una nueva fila de columnas; otro se contentó adornando sencillamente el antiguo con las finas agujas de dos obeliscos; otro, en fin, hizo grabar su retrato o su nombre en las paredes de los pilones.
En cada época de prosperidad se restauraron los desastres causados por las anteriores revoluciones o guerras civiles, y hasta durante las invasiones los mismos dominadores extranjeros, como los persas, no pudieron desentenderse de la sugestión formidable que les producían los templos tebanos y mostraron especial empeño en añadir sus nombres bárbaros a la lista de los fundadores nacionales. La historia de estos edificios es en esencia el resumen monumental de la historia de Egipto. Ellos fueron los verdaderos centros de la actividad religiosa y política del Imperio tebano. A su erección dedicaron los faraones todos sus esfuerzos, dejando en segundo lugar la que en otros tiempos había sido obra predilecta de las primeras dinastías, es decir, las tumbas reales. Tan complejo resulta así el edificio, en virtud de estas nuevas construcciones y embellecimientos posteriores, que se hace casi imposible, para el arqueólogo que estudia sus ruinas, eliminar lo accesorio, reduciendo aquel conjunto de patios y salas a los elementos primitivos de un templo egipcio.
De todos modos, un templo egipcio está siempre formado de la misma manera. Se llega a él por la avenida de esfinges, hasta dar con el primer pilón. Las esfinges de la avenida de Karnak tienen cuerpo de león y cabeza de carnero. Entre sus patas delanteras están las figuras de los faraones. Son el símbolo de Amón, síntesis de Ra y Harmakhis, los antiquísimos dioses solares del delta. Atravesada la puerta, se encuentra un primer patio, lugar público donde penetraba todo el mundo. Por este primer patio se entra a una sala destinada a las ceremonias, que es lo que se acostumbra a llamar la sala hipóstila, a causa de su construcción mediante columnas. A veces entre el patio y la sala hipóstila hay un segundo pilón, pero en los templos más sencillos se pasa del patio a la sala por una simple puerta.
Al fondo de la sala hipóstila está la entrada de la naos, o lugar santo, reservado a la comunidad sacerdotal, y después se pasa a un segundo patio, en el fondo del cual estaban las dependencias, almacenes y habitaciones de los guardianes del santuario. Todo el conjunto del templo estaba encerrado en un rectángulo formado por una doble pared, con un corredor que lo aislaba completamente del exterior. En resumen, no hay más que una sucesión de tres elementos: el pilón, el patio y la sala hipóstila, que se describirán a continuación.
El pilón, que es la puerta triunfal, sin otra utilidad que la puramente decorativa, tiene dos torres cuadradas a cada lado, que son macizas; no hay dentro de ellas ninguna habitación ni otro paso más que una pequeña escalera para llegar a los agujeros de donde salían las grandes abrazaderas que sostenían los mástiles con gallardetes en los días de solemnes fiestas. Las grandes superficies planas de las paredes inclinadas de las torres del pilón se prestaban a la decoración en relieve, con episodios de la vida del faraón constructor del edificio; éste también solía estar representado en grandes figuras a ambos lados de la puerta, y sin duda para enriquecer más esta entrada se añadieron a veces obeliscos de granito, labrados de una sola pieza.
Las torres cuadradas del pilón se acababan con el único modelo de moldura de la construcción egipcia, o sea la gola invertida, que, con su forma saliente, proyecta la sombra dura del sol de Egipto en las líneas horizontales de remate del pilón. Algunas veces, en lugar de los dos grandes obeliscos monolíticos había dos gigantescas columnas a cada lado de la puerta, que servían también de adorno.
En cuanto a los patios, su variedad por lo que se refiere a la composición es mucho mayor y sus  dimensiones varían también extraordinariamente de unos a otros.

 

abu simbel
Colosos del pequeño templo de Nefertari, en Abu Simbel. Los cuatro colosos que se representan son imágenes de la reina Nefertari y el faraón Ram-sés II, con los atributos de la diosa Hathor. Ramsés II quiso que el templo dedicado a su esposa fuera, si no tan grande como el que había levantado para él, sí decorado igualmente con grandes estatuas.

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