La verdadera significación de esta figura durante mucho tiempo ha sido un enigma. En un principio se creyó que estaría dedicada a Harmakhis, o el Sol de levante, porque la cabeza mira hacia Oriente; actualmente se cree que representa al faraón Kefrén, junto a cuya pirámide se encuentra. Una inscripción, ya tardía, prueba que por lo menos mil años después se creía que la esfinge representaba a este faraón.
Las terribles mutilaciones que ha sufrido y que tanto preocupan a los restauradores, agrandan todavía más sus ojos, fijos, abiertos, que escrutan la aurora de un horizonte más lejano que nuestro horizonte terrestre. Esta mirada lejana del monstruo esculpido hacia el año 2800 a.C, clavada en el horizonte por donde sale el sol, ha motivado que el romanticismo moderno se haya complacido en ver en esta gigantesca escultura el misterio de las grandes preguntas sin respuesta. El manto que la esfinge lleva en la cabeza es el klaft, que ostentan siempre las estatuas reales de los faraones.
En la actualidad se pueden considerar como monumentos religiosos los templos adyacentes a las pirámides, que son, en cierto modo, los antecesores de los grandes templos tebanos de las dinastías sucesivas. Constan de un patio anterior, una sala para el culto privado de los sacerdotes que cuidan del edificio funerario y además otra sala reservada para el dios, cuyo acceso está vedado y donde no entran más que los sucesores directos del monarca. Los templos para el culto popular, asentados ya algo más lejos del túmulo, en el valle, tienen también una sala sostenida mediante columnas.
Todos los elementos característicos del templo egipcio que se encontrarán después en los grandes templos tebanos se encuentran ya en estos santuarios del primer Imperio. En los templos de las pirámides de Abusir, las columnas están formadas por tallos de loto, con el capitel constituido por una flor cerrada. Otros semejan tallos de papiros reunidos y palmas, y las basas de las columnas son siempre pequeñas o no existen.
En cuanto a la arquitectura civil, las escenas pintadas y relieves que cubren las paredes de las mastabas enseñan que las casas particulares estaban hechas con madera y cañas, y esteras de colores. A menudo, los relieves en piedra reproducen las formas de estas construcciones ligeras, que debían de cubrir el suelo de Egipto; los pies derechos ensamblan con las piezas horizontales, y las pinturas acaban de completar el realismo con los tonos vivos y calientes en que figuran estar pintadas las esteras.

Volver a Arte egípcio