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Historia del Arte

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El gótico en la Italia meridional (II)

Las torres de los palacios Marchesi y Abbatelli están coronadas de barbacanas y almenas decorativas, como las de las lonjas de Palma y Valencia. Particularmente, la torre del palacio Abbatelli parece arrancada de la lonja valenciana.

Los sicilianos atribuyen este edificio a un tal Mateo Carnevale, mas parece imposible que un artista italiano hiciera una obra tan perfecta dentro del estilo de los países españoles de Levante. A cada lado de la puerta hay dos lápidas con el emblema de los Reyes Católicos, y en una de ellas se dice que el palacio fue construido en 1475 por orden de Francisco Patella, quien estaba casado con Elionor Soler, de Barcelona, dulcissima coniuaes, etc. Esta dama catalana, asociada a su marido en la conmemoración del edificio, pudo haber contribuido a dar a la obra aquel aire tan peculiar del estilo de su tierra.

Las formas de este estilo cuatrocentista catalán y valenciano se encuentran no sólo en Palermo, sino en otras muchas ciudades de la isla: en Siracusa, el palacio Bellodomo; en Randazzo, el palacio Finochiaro; en Taormina, el palacio Ciampoli. Algunos de estos lugares fueron cedidos en feudo a nobles catalanes o aragoneses, lo que ayuda mucho a explicar las causas del estilo de los edificios; así, por ejemplo, Módica, primero de los Chiaramonti, fue cedida después a los Cabrera. No es de extrañar, pues, que la iglesia de Santa María del Jesús de Módica sea de estilo catalán; su fachada recuerda la composición de la puerta de la Piedad, de la catedral de Barcelona; fue fundada en 1478 por Ana de Cabrera, esposa del gran almirante de la casa de Aragón.

Puede decirse que el estilo gótico catalán y valenciano saturó la isla, y al llegar el Renacimiento ocurrió en Sicilia lo mismo que en Cataluña: el gótico no estaba todavía agotado. La iglesia de Santa Maria della Catena, en Palermo, muestra con qué libertad se combinaban las formas góticas y clásicas. Las columnas responden a las escalas del módulo corintio dado por Vitruvio y repetido por los tratadistas del Renacimiento.

En cambio, el friso que remata la fachada es un bordado gótico, con el mismo tema que corona el palacio del rey Martín, en Poblet, y la fachada del palacio de la Generalidad de Cataluña. Además, el mismo tipo de arcos escarzanos figura en la iglesia siciliana y en el palacio barcelonés.

Otro ejemplo de la misma promiscuidad de formas es el pórtico de la iglesia de San Jaime de la Marina, en Palermo, tan análogo al della Catena. Este hibridismo o introducción de elementos clásicos en un conjunto estructurado con formas góticas, que tanto sorprende a los italianos, no extraña a catalanes y valencianos, acostumbrados al mismo connubio en la lonja de Valencia y en el palacio de la Generalidad de Barcelona.

En Cerdeña, el estilo gótico fue también importado por los catalanes y valencianos. Cerdeña fue conquistada en tiempo de Jaime III, y Pedro IV el Ceremonioso colonizó la ciudad de Alguer (Alghero) para que fuese una base firme. En Alguer se ha continuado hasta el momento presente hablando en catalán y es realmente una expansión del territorio de Cataluña más allá del mar; por esto no produce sorpresa ver su catedral completamente construida dentro del estilo gótico propio de Cataluña. Además, en el resto de la isla de Cerdeña se hicieron sentir intensamente las influencias del gótico peculiar de las comarcas mediterráneas de la corona de Aragón.

La gran iglesia de los franciscanos, en Cagliari, es muy característica dentro de este tipo.

En los siglos XIV y XV, las artes menores producen en Italia obras maravillosas, muchas de ellas ya dentro del espíritu del Renacimiento. Se tratará, pues, de ellas en el capítulo correspondiente; sólo se mencionarán aquí los tejidos italianos que conservan aún el tipo medieval y cuyos motivos aparecen frecuentemente en las lujosas vestiduras de los personajes representados en retablos y miniaturas. Estas ricas telas de seda se fabricaban en varias ciudades; pero en ellas sobresalían principalmente Siena, y sobre todo, Lucca.

El relato anterior es casi un completo inventario de todo lo que en arquitectura hay en Italia que pueda calificarse de estilo gótico, o por lo menos influido por el gusto de oltrealpi, o transalpino, que tenga como predominante el estilo gótico. Podría, pues, este capítulo causar la falsa impresión de que hubo en Italia también una corriente de arte gótico francés, que se mezcló con lo autóctono, local, siempre romanizante.

Los monumentos religiosos mencionados en las páginas anteriores son sobre todo de importación y algunos de ellos impuestos por los extranjeros: angevinos, catalanes, alemanes que dominaban partes de la Península. Las gentes italianas los recibieron como una novedad, pero sin entusiasmo; para ellos, el verdadero arte era aquel arte clásico que ya en los siglos góticos se esforzaban en hacer renacer.

arte gótico
Torre del palacio Abbatelli de Palermo, en la que destacan las almenas que la coronan, seguramente obra de algún artista español que aportó esta característica de las construcciones del Levante peninsular.

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