La tradición normanda de las catedrales inglesas


Como ocurrió en buena parte de Europa, la expansión de la Orden cisterciense fue una de las principales vías de entrada del gótico en Inglaterra. Aunque muchas de tales casas monásticas inglesas se hallan ahora en ruinas a causa de las perturbaciones religiosas del siglo XVI, es posible estudiar partiendo de ellas qué aplicación se hizo, cuando se edificaron, de los métodos propios de la arquitectura cisterciense que cubría sus templos con bóvedas por arista y fue gran difusora, también, de la de crucería.
Pero junto a los monjes del Cister y a los arquitectos por ellos empleados, pronto habría en Inglaterra otros constructores laicos ya plenamente capacitados en el manejo de las soluciones góticas. Consta la intervención de uno de ellos en la nueva edificación de que fue objeto, desde 1174 o 1175, la catedral metropolitana inglesa de Canterbury, después del incendio que el día 5 de septiembre de 1174 redujo a cenizas la mayor parte del gran templo que acababa de construirse.
La construcción de la catedral de Canterbury se terminó en sus partes básicas en 1192. El ábside del vasto templo tiene una baja giróla sostenida por columnas de fuste monolítico, por encima de la cual corre un trifolio hasta el arranque de la bóveda de la nave central. Dato de suma importancia para el desarrollo de la naciente arquitectura gótica inglesa es que aquellos fustes columnarios son de mármol de Purbeck, procedente de las mismas canteras insulares de donde se sacarían en el futuro, durante la perduración del estilo gótico en Inglaterra, la mayoría de elementos labrados en mármol que figuran en sus iglesias. Con mucha probabilidad, pues, se empezó a utilizar entonces el mármol, material más noble que la piedra caliza, pero que hasta aquel momento se había empleado en Francia una sola vez, en Valenciennes.
Edificios religiosos directamente derivados de la catedral de Canterbury, con su completísima monumentalidad y sus grandes torres regulares, son las catedrales de Chichester y de Lincoln, la primera dañada por un incendio en 1186 e inmediatamente rehecha, y la de Lincoln iniciada en 1192 y considerablemente ampliada a mediados del siglo XIII. Siguieron a la construcción de esas catedrales, las de Rochester y de Peterborough, entre otras.
La catedral de Lincoln es una de las catedrales inglesas que ofrecen más rasgos originales, gracias a las innovaciones de que fue objeto desde poco antes de mediados del siglo XIII, que es cuando recibió su gran fachada a modo de un enorme paño rectangular, subdividida en varias zonas adornadas con arquerías, la más elevada de las cuales es mucho más alta y tiene estrechos y erguidos arcos ojivales. Esta fachada consta de tres cuerpos como colosales nichos; el del centro, altísimo y terminado en ojiva, abarca la puerta central románica y el gran ventanal gótico que sobre ella se abre. Los de ambos lados, de menor altura y terminados en arco de medio punto cobijan las dos puertas laterales. Aquella gran superficie cuadrangular con decoración arquitectónica continua y carente de esculturas tiene un aspecto solemne. Torrecillas coronadas con espiras limitan esta fachada, que rematan en su parte central un gablete triangular y pináculos.
Lo más interesante del edificio se halla, sin embargo, en el interior y consiste, en primer término, en la sala capitular, lateral, poligonal y muy alta, con un vestíbulo que directamente la conecta con el interior del templo. La bóveda de la sala capitular irradia del haz de una gran columna o pilar central de sostén, como precedente de una serie de combinaciones radiales que se perpetuarán en la posterior arquitectura gótica de los templos ingleses, a la que aportarán notable riqueza decorativa. Otro mérito de la catedral de Lincoln consiste en su valiosa escultura interior, según se comprueba en las originales claves de bóveda y en la hermosa decoración de la parte correspondiente al coro ya tardío, llamado Coro de los Ángeles, que ha recibido tal nombre a causa de las figuras angélicas que hay esculpidas en las enjutas de todas sus arquerías. El ábside, cuadrado, tiene en su exterior un gablete y pináculos, y es de un diseño amplio, claro y elegante.
Otras dos importantes catedrales inglesas que precedieron en el siglo XIII a la erección de la gran y nueva abadía de Westminster, son las de Salisbury y de Wells, preciados monumentos del estilo gótico inglés en su etapa ya madura.


Galería del claustro de la catedral de Salisbury

Galería del claustro de la catedral de Salisbury con el que comunica su sala capitular octogonal. A diferencia de Canterbury, esta catedral es una construcción de extraordinaria unidad estilística, considerada por ello "clásica" y uno de los mejores ejemplos del gótico primitivo inglés.

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