Unos años después de la muerte de su amigo, el doctor Alexandre afirmará que Modigliani «se sentía más escultor y dibujante que pintor»; a pesar de esto, por lo que sabemos, desde 1916 el artista abandonó totalmente la escultura.
Los estudios sobre Modigliani han identificado los motivos en las presiones del mercado, ejercidas sobre todo por Paul Guillaume, que consideraba más fáciles de vender los cuadros y dibujos del pintor que sus esculturas, pero aún más quizá en la mala salud del artista, que difícilmente podía soportar la fatiga física y el polvo, consecuencias inmediatas del trabajo con piedra, el material preferido de Modigliani.
Aunque abandonó la escultura, sus pinturas semejan representaciones cuyos temas están pensados como obras escultóricas.
La volumetría de esta cabeza de mujer es ejemplo de ello, tanto por el color compacto y terroso como por las nítidas sombras de la mejilla, el perfil de la nariz y la parte derecha encima del labio superior, proyectadas volumétricamente como formas sintéticas de una escultura.

Óleo sobre lienzo, 46 x 38 cm.
Milán, Pinacoteca Brera.
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