Cuatro años después de la escandalosa Esperanza I, Klimt hizo una segunda versión del tema, acompañada del subtítulo «Visión, fecundidad, leyenda».
Los dos lienzos representan la maternidad de manera casi antitética. El halo inquietante que dominaba el cuadro de Ottawa ha desaparecido por completo: la composición ya no está comprimida y atestada de figuras, sino colocada en un espacio de aliento cósmico, obtenido con el tipo de fondo punteado que el pintor usa también en el Beso.
En él, la futura madre aparece como suspendida y su rostro ya no se vuelve hacia el espectador, sino inclinado en actitud meditativa; ya no se hace ostentación de desnudez y la mano levantada hace pensar en un diálogo interior.
De forma análoga, el pintor ha relegado a los pies de la mujer a las figuras que la rodean y las ha despojado del aspecto de angustioso presagio del primer cuadro, transformándolas incluso en orantes.
Sólo se mantiene la calavera, pero se confunde con el conjunto y queda casi reducida a pura decoración.
También el colorido oscuro de la obra de 1903 es reemplazado por colores vivos, embellecidos por detalles dorados.
El artista recurre nuevamente a la técnica del mosaico y construye la representación encajando diversos motivos ornamentales, pero opta por una solución intermedia. Aquéllos se concentran en la zona central del lienzo y no aventajan al aspecto psicológico, que resulta dominante: la imagen invita al silencio y está invadida por un tono intimista.
La obra fue expuesta en la Kunstschau de 1909, en la cual figuraron también trabajos de Egon Schiele.
El rostro enflaquecido de la protagonista y la postura de la mujer de pelo castaño recuerda las figuras del artista más joven, atestiguando la capacidad de continua actualización de Klimt, que se aproximará progresivamente al Expresionismo.

Óleo sobre lienzo, 110 x 110 cm.
Nueva York, The Museum of Modern Art.
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