Se trata también de la versión al óleo de una de las láminas dibujadas para Alegorías y Emblemas. La composición es, en este, caso, mucho más elaborada, no sólo porque Klimt se vale de un marco arquitectónico sino también porque mezcla hábilmente estilos y épocas muy distintos. Sobre un basamento renacentista que imita el mármol, donde el artista pone fecha, firma y título de la obra, hay dos genios sentados, casi desnudos.
La pose articulada de los cuerpos y la desarrollada musculatura recuerdan claramente las figuras del techo de la Capilla Sixtina, pero también las pintadas por Aníbal Carracci en la bóveda de la galería del Palacio Farnesio, a su vez una reelaboración del prototipo miguelangelesco.
Los dos desnudos masculinos hacen de contorno a un tondo que, en vez de estar esculpido, enmarca una escena pintada. Esta muestra a una joven arrodillada levantando una copa para que beban dos niños; la desnudez de las figuras y la ambientación natural evocan el idilio del título.
El episodio central tiene un sabor mitológico, mientras que el aspecto mórbido y luminoso de los cuerpos es eco del Quinientos veneciano, pero también de la versión de Rubens, artista muy amado en la corte vienesa. Dentro de su refinado pastiche, Klimt no renuncia a introducir un elemento más contemporáneo: el fondo de ramajes entrelazados, con su aire gráfico, procede de las obras del inglés William Morris, fundamentales para el nacimiento del Art Nouveau y de las cuales podían verse ejemplos en la Gramática del ornamento de Owen Jones, que sin duda constituyó un modelo para la publicación de Gerlach & Schenk.
El marco exterior y los esquejes floridos que rodean el tondo, por el contrario, son inequívocamente makartianos y es revelador del talento de Klimt el modo en que ha logrado, en una obra tan ecléctica, mantener todos los elementos en perfecto equilibrio.

Óleo sobre lienzo, 50 x 74 cm.
Viena, Historisches Museum der Stadt Wien.
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