Este óleo, que había sido adquirido por la Junta de Museos de Barcelona, ingresó en el entonces Museo de Arte de Catalunya en 1922 bajo el título de Busto de hombre. El hijo del artista, Fortuny y Madrazo, la catalogó posteriormente como una obra romana de 1866. Hoy en día, por la técnica utilizada, se tiende a pensar en una fecha más tardía, no posterior a 1868.
La imagen del hombre con atributos del dios Baco -por ejemplo la corona de hojas de parra que cubre su cabeza- planteó la necesidad de rectificar el título original de la obra, visto que se trata de una manera convencional y estereotipada de representar a dicha divinidad mitológica.
El color rojizo de la nariz, casi caricaturesco, y el bigote de grandes proporciones permiten poner en relación a este personaje con la figura de Marte realizada por Diego Velázquez y conservada en el Museo del Prado de Madrid.
Es bien conocida la práctica de Fortuny como copista de los grandes maestros españoles, a muchos de los cuales pudo estudiar en el Museo del Prado.
Con este óleo Fortuny sigue la gran tradición de la pintura europea occidental, ya que se trata de un tema pictórico muy tratado por los pintores desde el siglo XVII.
El claroscuro de toda la composición, la efectista aplicación de las luces y las sombras, creando un calculado efecto de misterio, es un claro ejemplo de la influencia de la pintura barroca en Fortuny.
En la ejecución de esta pintura el pintor reutilizó un lienzo anterior en el cual, mediante examen radiográfico, se puede ver la representación de un templo romano.

Óleo sobre lienzo, 75 x 62 cm.
Barcelona, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
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