Fortuny trabajó habitualmente con modelos de quienes, en la mayoría de ocasiones, se desconoce el nombre. Éste caso es una excepción.
Según cuentan las fuentes de la época, el pintor catalán conoció a Carmen Bastián, una atractiva gitana de 15 años, en el Barranco de la Zorra de Granada, lugar habitado por gitanos.
El pintor, como muchos otros hombres de su época, quedó encantado con su belleza y después de convencer a su familia, consiguió que la bella gitana posara para él. Así lo hizo, no sólo en este erótico retrato, sino en otros cuadros como por ejemplo Bohemia bailando en un jardín.
En este lienzo en concreto la modelo aparece tumbada en un sofá de madera, levantando sus faldas para mostrar su sexo al espectador. Se trata de un retrato personal, cargado de erotismo, en el cual el maestro exhibió un acertado dibujo y una pincelada minuciosa a pesar de su rapidez.
Aunque la obra fue dejada inacabada, la luz baña toda la escena resaltando las claras tonalidades de la piel de Carmen y la puerta. Resulta sorprendente el contraste que se produce entre la delicadeza del dibujo con algunas partes de la superficie que quedan sin cubrir, algo muy característico en la pintura del catalán.
Sin duda alguna esta pintura es del todo atípica en la obra de Fortuny tanto por tratarse de un retrato, género muy poco utilizado por el pintor, como por ser un desnudo de marcado contenido erótico.
Se desconoce la naturaleza u objetivo final de esta pintura, aunque bien podría ser un mero divertimento por parte del artista en un intento de transgredir provocativamente la moral de la época.

Óleo sobre lienzo, 45 x 62 cm.
Colección particular.
Volver a Mariano Fortuny