Durante el tiempo que Fortuny pasó en Granada acudió con asiduidad al Albaicín, antiguo barrio árabe ocupado por gitanos que habitaban en cuevas.
Allí el artista tomó diferentes apuntes e imágenes del natural como muestra esta obra, un estudio preliminar para otra obra cuyo paradero se desconoce actualmente pero que se sabe que había pertenecido a Alfonso XII.
Otros estudiosos sitúan este estudio en Guadix, población cercana a Granada.
En esta tabla el pintor catalán se interesó por captar el habitat gitano a plena luz del sol, que emerge como principal protagonista de la escena -por encima de la joven gitana-, enlazando así con los aspectos más importantes de la manera de hacer impresionista. Aquello representado es simplemente anecdótico, pues lo más importante es representar los efectos de la luz en el espacio, un aspecto que se convertirá en elemento clave de su lenguaje artístico.
Fortuny captó el ambiente atmosférico de aquel humilde rincón granadino mediante el potente foco de luz solar que impacta en la entrada de la cueva.
El artista diluyó los contornos de la niña que se apoya en la pared, resaltando sus tonalidades y creando un profundo contraste de claroscuro con el que concedió una mayor profundidad espacial y un gran dinamismo visual y compositivo.
Asimismo, la pincelada destaca por su fluidez, apreciándose claramente los toques de color en el soporte, que relega el dibujo a un segundo plano.

Óleo sobre madera, 19,5 x 12,7 cm.
Washington, The Corcoran Gallery of Art, Colección William A. Clark.
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