Entre las pinturas de temática oriental realizadas por Mariano Fortuny cabe destacar especialmente esta espectacular acuarela, una de sus obras maestras.
En ella se puede observar la potente iluminación del norte de África que tanto impresionó al artista y que, sin lugar a dudas, fue uno de los motivos que le llevó al abandono del nazarenismo practicado en sus primeras pinturas.
Por sus características, El vendedor de tapices parece más un óleo que una acuarela y da fe del excepcional trabajo de Fortuny con esa técnica.
En ella se representa un tema de gran atractivo para los pintores orientalistas, tanto por el exotismo como por su rico e intenso colorido.
El pintor parte de la obra Mercader de tapices pero la sitúa en un escenario mucho más rico, complejo y elaborado, gracias al cual puede mostrar todo su virtuosismo.
En la acuarela aparece un típico bazar árabe, con las celosías abiertas de par en par, en el que se venden todo tipo de artesanías.
El vendedor muestra unos bellos tapices y alfombras a un posible comprador que aparece medio escondido por la figura de un músico con un instrumento en la espalda.
Entre los otros personajes que aparecen destaca la figura de un soldado beréber con una larga arma que atraviesa su espalda. Fortuny representó todos los elementos, tanto animados como inanimados, con una minuciosidad extrema y al mismo tiempo con una gran delicadeza, trazando con los pinceles auténticas filigranas.
Esta obra formó parte de la exposición que su marchante, Adolphe Goupil, organizó en 1870 en su galería de París. Aunque La vicaría fue la pieza que más comentarios despertó entre el público, El vendedor de tapices fue definida por Théophile Gautier como una maravilla de color y de factura.

Acuarela, 59 x 85 cm.
Barcelona, Museu de Montserrat.
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