La obra maestra de Mariano Fortuny es, sin lugar a dudas, La vicaría, pintura para la cual realizó numerosos bocetos y estudios preparatorios. La acuarela Lagartijo en la capilla puede relacionarse con aquella otra obra por la similar disposición de las figuras que aparecen representadas.
En ella está presente el famoso torero Lagartijo, según se desprende de una anotación manuscrita en el reverso, uno de los principales protagonistas de la composición antes citada.
Rafael Molina, llamado Lagartijo, fue uno de los toreros más importantes de su época por la elegancia en el dominio de su capa.
Pese a todo, los rasgos fisonómicos del personaje no responden a las fotografías que de él se conservan, en las que se ve a un hombre de facciones finas. Tampoco corresponden a las del torero que aparece en La vicaría, ya que para esa obra posó un modelo habitual de Fortuny que consta documentado.
Por lo que se refiere a la técnica, este estudio es de rápida factura; el color es aplicado en amplias manchas aunque el artista se detuvo en elementos importantes como la lámpara y la figura del matador, donde se aprecia un soberbio dibujo.
Y es que, aunque sus trabajos están muy estudiados y elaborados, la rapidez en la ejecución es una de las facetas más significativas del maestro catalán. Cabe destacar las transparencias de color que el pintor utilizó para representar los elementos que aparecen en el fondo de la composición.
Esta acuarela estuvo en posesión de la familia Fortuny hasta 1950. La nuera del pintor, Henriette Negrin, esposa de Fortuny y Madrazo, la donó al museo donde se conserva en la actualidad.

Acuarela, lavado al bistre y trazos con lápiz negro, 39×36,5 cm.
Castres, Musée Goya.
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