Las procesiones y episodios vinculados al mundo religioso fueron algunos de los temas más tratados por los pintores costumbristas madrileños, tomando la pintura de Goya como punto de partida.
En este lienzo Fortuny parece seguir esa línea. La escena que se representa probablemente fue presenciada por Mariano Fortuny durante su estancia en Madrid.
De hecho, el artista pintó dos versiones de la misma obra. Los monaguillos, curas y feligreses asistentes a una procesión religiosa salen en busca de un refugio ante la lluvia que se acaba de desatar, frente a la entrada de la iglesia.
El pintor supo plasmar en el lienzo todo este episodio de una manera casi goyesca. De hecho, en esta pintura, Fortuny nos muestra toda su genialidad, no sólo por su pincelada rápida y nerviosa y por la brillantez de los colores, sino también por el modo en que logró representar los efectos de la lluvia en la atmósfera, la luz y el suelo de la calle. La manera en que las siluetas de las personas se reflejan en el pavimento es verdaderamente asombrosa, enfatizan do la sensación de movimiento.
Los rápidos toques de pincel apenas reparan en detalles superfluos, aunque algunas figuras estén tratadas con mayor preciosismo, igual que los carteles que decoran una pared adyacente a la iglesia dejando algunas partes sin cubrir.
Fortuny conservó éste óleo consigo y tras su muerte formó parte de la venta de su taller de París en 1875. En dicha subasta fue adquirido por 20.000 francos, hecho que demuestra lo mucho que su obra llegó a cotizarse en su momento y años después de su muerte en todo el mundo. En 1907 la pintura ingresó en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires.

Óleo sobre lienzo, 62,5 x 102 cm.
Buenos Aires, Museo Nacional de Bellas Artes.
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