El cuadro contiene múltiples direcciones del arte de Klee: el color es difuso y casi rociado, en una técnica cercana a la época divisionista del autor.
La estructura dividida en «compartimentos» recuerda los resultados de la serie de cuadros caracterizados por simples divisiones de la superficie pictórica en franjas y cuadrados; el abeto que se alza a la izquierda dominando desde lo alto el paisaje corresponde, por el contrario, a las reflexiones de Klee sobre las posibilidades que tiene el artista de representar la naturaleza.
El árbol contiene además los módulos de las flechas de las que se sirve Klee no con escasa frecuencia. Indica un movimiento, una dirección, y al mismo tiempo confiere un equilibrio casi musical, amén de visual, al cuadro, al contraponerse, por una parte, a la mancha blanca rectangular y, por otra, a la inclinación causada por la división correspondiente al ángulo opuesto.
El motivo del árbol es recurrente en la iconografía de Klee, sobre todo en las diversas composiciones realizadas a finales de los años veinte, a las cuales el artista da títulos significativos (Árboles en el jardín, Árbol en el jardín).

Oleo sobre muselina sobre cartulina, 31,6 x 20,4 cm.
Basilea, Kunstmuseum.