La pintura y las artes aplicadas

 

En cambio, la cerámica helenística carece de valor artístico y puede decirse que únicamente interesa por la información que proporciona acerca de la vida privada de las gentes de la época, especialmente su predilección por el teatro. En el siglo III a.C. las fábricas de Atenas dejan de pintar composiciones con figuras en sus vasos, que son de barniz negro uniforme. Solamente en las ciudades de la Italia meridional aparece una imitación de la cerámica griega con los vasos llamados apuliotas o de la Apulia. Son negros, con figuras claras, de color de tierra, como los clásicos de Atenas; mas para precisar mejor el dibujo y completar la decoración se ha utilizado mucho el color blanco, con el cual se forman principalmente rizos y palmeras retorcidos en espiral, de barroquismo muy agradable.
El arte de las figurillas en miniatura de cerámica, que fue evolucionando paralelamente al desarrollo general de la escultura griega, parecía esperar la época alejandrina para labrar sus productos más valiosos. Se han conservado innumerables estatuitas llamadas comúnmente tanagras, porque se hallaron con abundancia en una antigua ciudad de Beocia llamada Tanagra, donde se creyó que debía de estar su centro principal de producción; también se las ha hallado abundantemente en Myrina, donde existieron talleres para su fabricación, y en otras ciudades griegas. Reproducen a menudo, con simplificación de bibelot, los tipos praxitélicos: figuras vestidas con mantos elegantes como las Musas de Mantinea,
Venus desnudas y grupos de danzantes y amorcillos. Algunas figurillas de Tanagra parecen tener el carácter de exvotos: representan mujeres que bailan, como si practicaran una danza litúrgica o votiva en el interior de un templo.
Todo el arte del período helenístico tiene algo en común, sea cual fuere la región en que se produjo; tiene siempre una apariencia de afectación, tanto si se dedica a repetir temas antiguos como si desarrolla asuntos nuevos. En unos casos exagera su propia frivolidad; en otros se manifiesta con acento o estilo retumbante, grandioso, pero de oropel. En todo se percibe un aspecto teatral, de falso sentimentalismo. Mas esto es sólo la apariencia: hay en el fondo un fuerte deseo de crear, y como se carece de la fe, los artistas se desahogan con excesos de simulado heroísmo o de absurda vulgaridad.
Al juzgar algunas de las obras reproducidas, se han empleado los adjetivos pomposo, grandilocuente, o bien callejero, oscuro, vulgar...; pero, en cambio, también se ha citado el empeño en exteriorizar con monumentos y esculturas los resultados de la ciencia nueva y el sentido religioso de la filosofía de la época. Algunos artistas exaltaron a Afrodita y sus satélites: amores, ninfas, tritones, porque Afrodita personificaba el agua, que, según los epicúreos, era el elemento catalizador del Universo. La interpretación filosófica explica multitud de aspectos del arte helenístico. En los grandes altares se figuraron asuntos de este género; por ejemplo: en el de Pérgamo, dedicado a Zeus, el friso representa la lucha de los dioses y los titanes porque éstos trataron de devorar a Dionisos y fueron reducidos a polvo por los dioses. De aquel polvo del suelo nace lo humano y sólo por la chispa divina se relaciona con la divinidad.
A veces se ha motejado el arte helenístico de barroco y se le ha comparado con el arte francés del Grand Siècle y el rococó del siglo XVIII. Hay, naturalmente, la coincidencia que se origina de ser ambos períodos de transición intelectual, y en estos momentos hasta las grandes personalidades sufren la falta de ambiente idealizador. Así como en Francia la época del barroco produjo a Corneille, Racine, Pascal y Descartes, en Alejandría florecían en el momento culminante de la frivolidad helenística Euclides, Aristarco de Samos, Hipócrates, y a su lado Calimaco, el bibliotecario, y otros gramáticos, quienes establecían la versión alejandrina de la Ilíada y la Odisea, que es la que ha subsistido. Junto a ellos, Apolonio de Rodas intentaba producir un tipo nuevo de epopeya seminovelesca con la emocionante historia de los Argonautas.
A la vez era necesario un arte popular y casi democrático, porque si bien el Estado era monárquico y despótico, la cultura y el afán de goce intelectual habían penetrado en todas las clases sociales.

Octadracma áureo

Octadracma áureo (Colección privada). Moneda con las efigies de Tolomeo II Filadelfo, rey de Egipto de la dinastía Macedonia, y su hermana y esposa Arsinoe. Fechada entre los años 285 y 246 a.C, mide 2,47 centímetros.