Las vasijas hechas en centros alejados de Roma parecen alentar a experimentos con distintos estilos, que se producían paralelamente a las vasijas más estandarizadas. La decoración a menudo era más viva y variada y los ceramistas buscaban sus ideas en materiales distintos del metal.
Se imitaron, por ejemplo, las formas del vidrio y el cuero. El corte de la cerámica en estado de dureza de cuero, con un instrumento en V, similar a las modernas herramientas de cortar linóleo, producía un diseño que imitaba estrechamente al del vidrio tallado.
También se hizo cerámica de barbotina; la cerámica torneada se hizo aplicando una ornamentación pintada o chorreando limo de arcilla líquido espeso, sobre la superficie de la vasija húmeda. El resultado se conoce como cerámica de barbotina por la palabra francesa que denominaba el limo.
Los romanos desarrollaron la técnica hasta un elevado grado de control y los primeros dibujos imitaban los hechos en relieve a partir de moldes. Las escenas de caza fueron comúnmente favoritas. A menudo se utilizaba engobe blanco sobre una arcilla cocida negra; puesto que la técnica requiere velocidad y destreza más que precisión, los resultados eran a menudo vivos y agradables.
La introducción de métodos de decoración alternativos y a menudo muy rápidos, incluyendo el ruleteado hecho con una herramienta de metal repiqueteando en el costado de la vasija según gira ésta en el torno, así como motivos hechos con una herramienta provista de una ruedecilla dentada giratoria, muestra un declive en el estándar artístico y técnico de la cerámica moldeada.