A lo largo del siglo XIX tuvieron lugar continuos cambios sociales y económicos masivos, que afectaron la producción y el diseño de la cerámica; se perfeccionaron las técnicas de producción en masa y los métodos de decoración alcanzaron un alto grado de perfeccionamiento.
Las cerámicas rurales tradicionales, que se basaban en la habilidad del ceramista con torno, comenzaron a sufrir el declive de sus mercados y la preferencia por las alternativas hechas industrialmente.
Los objetos de estaño y metal, así como los recipientes de vidrio, eran alternativas igualmente baratas y a menudo más prácticas. A las clases medias no les gustaban las rudas cerámicas campesinas.
William Morris (1834-1896)