Aproximadamente 1450-1550 d. C.
El período imperialista (1450-1550 d.C.) muestra la ascensión al poder de los incas, quienes tomaron y mantuvieron el control sobre toda la región habitada de los Andes, en Suramérica.
Mediante una red de carreteras, se controlaban los pueblos conquistados, aunque no se les permitía viajar por ellas. Los incas, que parece tenían genio para la administración, ejercieron un rígido control burocrático.
Técnicamente la cerámica inca era excelente, pero aunque era de paredes finas, bien hecha y de aspecto fuerte, las formas y dibujos carecían de las cualidades de libertad inventiva asociadas a la mejor cerámica de Suramérica.
Nada al parecer se dejaba al azar; tanto las formas como los dibujos eran cuidadosamente llevados a cabo y controlados. Las formas muestran pocos cambios en este período de tiempo y se clasifican en tres tipos: el aríbalu, o jarro de agua de cuello estrecho, construido en muchos tamaños, el más grande de los cuales se llevaba a la espalda con una cuerda; bandejas con pequeñas asas en forma de cabeza de pájaro; jarras y cuencos de base plana, muchos para de cocina, con anchas asas de tira.
La decoración, que estaba generalmente limitada a pequeñas zonas, consistía en figuras geométricas, cuidadosamente pintadas, incluyendo bandas, rombos rayados, y triángulos, plantas estilizadas y casi incongruentemente, mariposas y abejas.
Los conquistadores europeos de América destruyeron o dispersaron muchas de las antiguas tribus y sus culturas. El conocimiento de estas antiguas sociedades ha sido, en muchos casos, el resultado de las excavaciones, y el trabajo posterior, sin duda, aumentará este conocimiento.