• Saltar a la navegación principal
  • Saltar al contenido principal

Historia del Arte

  • Inicio

Historia de la Cerámica en América: Loza y vidriado a la sal

La producción de loza en América comenzó alrededor de 1720, introducida por ceramistas procedentes de Europa; Anthony Duché, un inmigrante hugonote francés, y sus hermanos mayores, hicieron loza en Filadelfia en los años 1720. Veinte años después, James, uno de sus hijos, fue a Nueva Inglaterra para ayudar a Isaac Parker a iniciar la producción de loza, pero la aventura no tuvo éxito.

Mientras que la mayoría de los depósitos de arcilla locales podían utilizarse para la producción del barro cocido, la loza sólo podía hacerse a partir de yacimientos de arcilla de más alto punto de cocción, que son mucho menos corrientes. En Nueva York y sus alrededores existían yacimientos de arcilla adecuada y esta ciudad se convirtió en uno de los primeros centros de producción.

William Crolius, un ceramista alemán de Coblenza, estableció una alfarería alrededor de 1730, que permaneció en activo hasta 1887. Otro ceramista alemán inmigrante, John Remmey de Neuweid, se casó con una pariente de Crolius y abrió una alfarería cercana que continuó la producción hasta 1820.

Establecieron alfarerías en Massachussetts (utilizando arcilla embarcada procedente de Nueva Jersey), Connecticut y sus cercanías; este tipo de arcilla pronto representó una fuerte competencia al barro cocido. Algunos ceramistas, aprendiendo los nuevos procesos, hicieron las dos clases de cerámica al mismo tiempo, como, por ejemplo, algunos talleres alemanes de Pensilvania. La mayor parte de la loza se cocía y vidriaba introduciendo sal en el horno, una técnica traída de Alemania.

Como Nueva York, Filadelfia fue un centro pionero en la producción de loza. Excelentes depósitos de la arcilla adecuada, una próspera población en expansión y excelentes puertos de mar, impulsaron la producción creciente de cerámica, mucha de la cual se hizo de gran calidad. También se hicieron vasijas de mucha calidad en Yorktown, Virginia. La mayoría de estas lozas eran cocidas una sola vez y vidriadas a la sal, dando colores superficiales suaves, marrones moteados y grises.

Se desarrollaron otros vidriados para utilización a alta temperatura, especialmente mediante el empleo de engobes de arcilla oscura, conteniendo hierro, que al cocerse da un brillante negro y marrón. La decoración, a menudo rascada en la superficie de las vasijas, era sencilla y directa. Se utilizaron con gran efecto, por los ceramistas de Nueva York, líneas rectas y onduladas incisas, así como motivos florales estilizados.

Algunos dibujos estaban coloreados con azul cobalto, un óxido que resiste la cocción a elevada temperatura. Los ceramistas que trabajaban en el Shenandoah Valley prefirieron el alegre dibujo de un pájaro carpintero bien colocado y rápidamente dibujado, en la pared de la vasija.

También se utilizaron diversidad de peces, pájaros y flores, algunos rayados, otros pintados, pero invariablemente con un sentimiento agudo e impresionista; muchos de estos dibujos tienen un frescor primitivo e improvisado, que hermoseó totalmente la forma. En muchas de las jarras, cántaros y otros recipientes tienen estampado el nombre de la factoría y un número que, presumiblemente, se refiere a la capacidad de la vasija.

Hacia 1790 las habilidades de los ceramistas estaban bien definidas; debían tener conocimiento de la preparación de la arcilla, el torneado y la decoración, así como del diseño del horno, carga y cocción. La floreciente economía del país recién establecido atrajo a muchos artesanos europeos, más hábiles, que gustaban del idealismo, la democracia y los altos salarios. Los cacharros se torneaban finamente y tenían formas delicadas y sencillas.

Como el barro cocido, la loza era práctica y altamente funcional y después del establecimiento del gobierno federal, en 1789, se impuso una tarifa de impuestos sobre todas las mercancías importadas. Los recipientes ordinarios de loza eran demasiado caros de embarcar, desde Inglaterra, y crecía la demanda de vasijas hechas en el país.

De loza se hicieron floreros, bandejas para tartas, bandejas de hornear y porringers (sartenes para gachas) pero, puesto que el barro cocido era más resistente al choque térmico, continuaron haciéndose bandejas para hornear de barro cocido. Algunos elementos como ordeñadores, mantequeras, orzas y ollas para manteca, continuaron haciéndose durante más de 200 años, con pequeños cambios, tanto en la forma como en la función. Entre estos objetos se encontraban algunos de la mejor cerámica popular americana. Poco a poco establecieron alfarerías en todos los asentamientos de la frontera del Oeste.

historia de la cerámica en américa
Porringer.

Historia de la cerámica

Historia de la Cerámica

Las vasijas no solamente reflejan el desarrollo tecnológico de una época determinada, sino que, a menudo, son por derecho propio Seguir leyendo...

Historia de la Cerámica: primeras civilizaciones

La invención del proceso de la cerámica (modelado y conformación de la arcilla plástica, secado y luego cocción en el Seguir leyendo...

Historia de la Cerámica: primeros descubrimientos

Solamente podemos especular sobre los primeros usos de la arcilla por las marcas de identificación tribal, o como material de Seguir leyendo...

Preparación de la arcilla

Las arcillas se encuentran sobre la mayor parte de la superficie terrestre y sus cualidades básicas para el trabajo son Seguir leyendo...

Métodos de ejecución

Antes de la invención del torno, la cerámica se hacía enteramente a mano, por uno de los distintos métodos utilizados Seguir leyendo...

Acabado de las vasijas

Vasija con tapa en forma de serpiente. Loza con vidriado color crema. Dinastía china Sung. 12 Seguir leyendo...