Es probable que la cerámica se haya introducido en Inglaterra alrededor del 2000 a.C., aunque excavaciones recientes y los métodos perfeccionados de datación por el carbono, indican que puede haber sido anterior.
Las vasijas en esta época se hicieron a mano, tenían bordes característicos y algunas tenían decoración incisa. Poco después se desarrollaron vasijas con hombros característicos, que sirvieron de modelo para las urnas cinerarias posteriores.
Alrededor de la primera parte del II milenio a.C., se hicieron vasijas para beber en forma de cubiletes, copiados de los objetos traídos por migraciones de los llamados pueblos del vaso campaniforme, probablemente originarios del sur de España.
Sencillos dibujos en chevrón, en los lados de los cubiletes, ayudaban a proporcionar una mejor superficie de agarre; al mismo tiempo eran decorativos y algunos estaban incrustados con arcilla, blanca y pintados de alguna manera.
Alrededor de 1500-1000 a.C. comenzaron a hacerse urnas cinerarias con un hombro prominente y las paredes convergentes hacia una base estrecha. Al final de la edad del bronce se produjeron urnas más grandes.
Durante la edad del hierro (500 a.C.-43 d.C.) la cerámica como conjunto se hizo más sofisticada. Los invasores de las Galias trajeron el conocimiento del trabajo del hierro, y la cerámica se hizo más delgada y con una superficie más lisa, a imitación de los objetos de metal. En esta época se introdujo una rueda de alfarero sencilla, en general las formas se hicieron más simétricas y desarrollaron una elegancia y un acabado de los que carecían hasta entonces.