Las vasijas blancas, que se parecían a la porcelana china, eran todavía uno de los ideales de los ceramistas islámicos. Observaron que lo más aproximado que podían lograr era utilizar el vidriado blanco opaco con el empleo de óxido de estaño.
El descubrimiento de que la adición de óxido de estaño al vidriado lo volvía blanco opaco se había hecho 1.000 años antes por los babilonios, quienes utilizaron el vidriado con gran éxito sobre ladrillos y azulejos, aunque, por lo que se conoce, no en vasijas. La técnica se redescubrió ahora en Mesopotamia. Se logró una superficie blanca buena, fiable y uniforme. El vidriado blanco de estaño era sencillo de aplicar a la vasija, no necesitaba ir sobre un engobe blanco y era más estable en la cocción que el vidriado transparente de plomo.
Es improbable que los ceramistas islámicos se diesen cuenta del descubrimiento tan fantástico y de tan largo alcance que iba a suponer el vidriado de estaño. No solamente la superficie blanca era relativamente fácil de lograr, sino que su buen aspecto de limpieza y su calidad uniforme la hacían ideal para la decoración pintada de todas clases.
A medida que los materiales se fueron preparando más cuidadosamente, se mejoró la blancura y uniformidad de la superficie. El arte del vidriado de estaño se extendió a través del norte de África y finalmente fue adoptado por los árabes en España, donde formó la base de la cerámica morisca. Desde allí se extendió a Italia y formó la base de la mayólica italiana. También se extendió a través de Europa y Francia, Delft en Holanda y Bristol y Lambeth en Inglaterra.
Los propios árabes no se contentaron con los platos y cuencos lisos. Conocieron las posibilidades que presenta la superficie blanca pura y, casi inmediatamente, comenzaron a decorar el vidriado sin cocer, con dibujos pintados.
Se utilizaron distintos pigmentos colorantes, pero el más popular fue el óxido de cobalto, del cual se encontraron depósitos en Arabia. Este óxido da azul cuando se utiliza en el vidriado o sobre él. Los primeros platos, decorados con azul cobalto, tienden a tener dibujos sencillos, casi inocentes. Ocasionalmente se utilizó el verde obtenido con cobre y más tarde se desarrolló un color marrón morado de manganeso.
Los primeros platos vidriados con estaño, pueden reconocerse por la calidad borrosa de la decoración, pues el pigmento, cuando se aplica al vidriado de estaño en verde, tiende a extenderse y pierde definición. Más tarde, el mineral de cobalto se exportó a China, donde impulsó la porcelana azul y blanca del período Ming.