La dinastía fatimita de Egipto estableció su independencia de Bagdad en 969 d.C. y se convirtió en un nuevo centro cultural del mundo islámico.
Las artesanías y artesanos inmigrantes continuaron en Egipto las tradiciones artísticas de Bagdad, pero se desarrollaron nuevos estilos. Mientras fracasaron en superar a los ceramistas de Mesopotamia en cuanto a las formas de las vasijas, produjeron cerámica de lustre hermosa y técnicamente excelente, con colores que iban desde el rojo cobre vivo profundo, al amarillo limón claro. Los dibujos combinaban el estilo naturalista clásico y la formalidad de los motivos orientales con una fuerte influencia cristiana.
Se muestran pájaros fantásticos, animales y figuras humanas, así como sacerdotes e incensarios. Na-sir-i-Khuaran, quien visitó Egipto desde 1046 a 1050, escribió: «En Misr (el nombre árabe para Egipto) se hace cerámica de todo tipo. Hacen colores para decorarla semejantes a los de la tela llamada bungalinum.
Los colores cambian según la manera en que se sostiene la vasija. La bungalinum era una especie de seda tornasolada, que describe exactamente los colores cambiantes de la cerámica de lustre.
Con la caída de los fatimitas en 1171, vino un declive en la producción de cerámica en Egipto; muchos ceramistas se trasladaban de nuevo al este, a Mesopotamia y Persia, y algunos podían haberse trasladado más lejos, al sur de España.
Cuenco de barro cocido con vidriado incoloro sobre dibujo pintado con engobe blanco, sobre fondo negro. Persia, Nishapur, siglos IX o X. Diámetro 27,5 cm. (Victoria and Albert Museum, Londres.)