En el Imperio islámico se produjeron grandes cambios por la invasión de numerosas tribus turcas, procedentes de Asia Central. Los selyúcidas entraron en Persia y Siria, aceptaron la fe musulmana y gradualmente se hicieron con el control del imperio, ocupando y conquistando Bagdad en 1055. En 1171 los turcos otomanos derrotaron la casa fatimita en Egipto, y en el siglo xin tomaron el Asia Menor al Imperio bizantino.
A diferencia del período islámico anterior, no se estableció una corte permanente y el centro cultural se trasladó de un lugar a otro, absorbiendo y estableciendo nuevas técnicas e influencias estilísticas. Este período, que duró unos 200 años, se consideró el período básico más grande de las artes islámicas. Se emplearon nuevas técnicas en la arquitectura y se alentaron muchas ideas nuevas, tanto en las ciencias como en las artes.
La cerámica no quedó excluida de este florecimiento de las artes. Los centros de cerámica que se habían establecido anteriormente en Bagdad, El Cairo y Samarcanda se completaron ahora con nuevos centros en el norte de Persia, especialmente en Kashan. Los ceramistas tendían a situar sus talleres allí donde su trabajo tuviese mayor salida, y así muchas alfarerías se fundaron en las rutas comerciales.
Las finas porcelanas blancas importadas de la China, período Sung (960-1279 d.C), impulsaron a los ceramistas islámicos a experimentar más y avanzar para producir ellos mismos cerámicas similares. A diferencia de los ceramistas del período anterior, que solamente copiaron el color superficial y hasta cierto punto la forma de las cerámicas chinas, los ceramistas islámicos experimentaron en la mezcla de una pasta vitrificada mediante adición de vidrio molido a la pasta de arcilla.
Cuenco de decoración esgrafiada a través de engobe blanco mostrando el cuerpo oscuro, recordando el trabajo de grabado de metal sasánida. Borde coloreado de verde. Siglos XII o XIII Diámetro 23 cm. (Fitzwilliam Museum, Cambridge.)