Mientras los ceramistas coreanos desarrollaron sus propios estilos sutiles, estrechamente emparentados con los de China, las vasijas japonesas, aunque aún influenciadas por la China, tenían un sentimiento más suave y «naturalístico».
Mientras las vasijas chinas tenían una exactitud y severidad de estilo y eran concebidas intelectualmente, las formas japonesas eran más gentiles y más íntimas, reflejando quizá la influencia de las temperaturas más bajas y el clima húmedo del país.
La cerámica neolítica japonesa, desarrollada durante un período de unos 3.000 años, estaba hecha por métodos totalmente manuales y cocida a una temperatura de barro cocido. Conocida colectivamente como cerámica Jomon, estaba hecha enrollando tiras de arcilla, unas sobre otras y golpeando luego las paredes para darles forma. Algunas de estas cerámicas estaban decoradas imprimiendo cuerdas o cordones enlazados sobre la superficie. Una forma popular parece haber sido los cuencos abiertos por arriba y ahusados hacia la base.
Inmigrantes de la China continental trajeron técnicas más sofisticadas de hacer y cocer cerámica. El uso del torno condujo a formas más lisas. Más tarde, otras técnicas, los hornos más perfeccionados, posibilitaron hacer cerámica Tang vidriada al plomo, salpicada, y la loza de vidriado oliva.
Cuando se interrumpió el comercio, se redujo la influencia china y los ceramistas japoneses hicieron cerámicas más tranquilas y suaves, con vidriado de cenizas, como botellas con dibujos florales incisos.