Las formas principales de las vasijas de la cultura griega se desarrollaron tempranamente, siendo una evolución de las formas minoicas, micénicas y dorias.
La mayoría de las formas básicas estaban destinadas a contener líquidos de algún tipo. Predominaban los recipientes para vino y agua, pero también se hicieron pequeños recipientes para aceites y perfumes. Existía la costumbre griega de beber vino mezclado con agua y las vasijas necesarias para ello eran la crátera, o gran cuenco para la mezcla, el ánfora de cuello estrecho, para el vino y la hydria, una especie de pichel con tres asas para el agua.
Se utilizaba una especie de cuchara de mango largo, o kyathos, para verter el vino en jarras conocidas como oinochoai o en copas planas con dos asas, conocidas como kylikes. A veces el vino necesitaba enfriarse y entonces se llenaba con éste un psyketer, una vasija con pie de fuste alto y se colocaba en agua fría, en un lekane, que era una especie de jofaina o barreño de uso general. También se hicieron orinales de uso personal. Para los líquidos más preciados existían frascos llamados aryballoi, lekythoi y alabastra.
Las formas de las vasijas permanecieron prácticamente sin cambios a través de todo el período griego clásico, probablemente porque demostraron ser prácticas y convenientes para el uso. La mayoría de las vasijas se dejaban lisas, o se decoraban con bandas de engobe negro o, más tarde, se recubrían completamente con engobe negro; las vasijas decoradas representan solamente una
pequeña porción de la cerámica griega. Se produjeron cacharros de cocina de todo tipo, muy baratos; el metal era todavía un lujo muy costoso, mientras que los productos de arcilla no lo eran.
Se produjeron recipientes para almacenamiento, cazuelas, hornos, sartenes, hornillos, ollas y braseros. Para los tribunales se hicieron relojes de agua; estos consistían en una vasija con un pequeño agujero que dejaba salir el agua durante un período de tiempo medido; la fuerza del chorro indicaba el tiempo que quedaba para vaciarse el agua.
Tanto las vasijas lisas como las pintadas se exportaron en gran cantidad como envases para aceite de oliva y vino. Técnicamente la cerámica estaba bien cocida y fuerte, pero se descantillaba fácilmente en los bordes y a menudo éstos se engrosaron para reforzarlos.