Solamente podemos especular sobre los primeros usos de la arcilla por las marcas de identificación tribal, o como material de construcción o refuerzo de las cabañas; en ninguna de estas aplicaciones ha sido endurecida por el fuego. Sólo con el descubrimiento de que el calor convierte la arcilla en un material inalterable abundancia de las cosechas.
Cuando las tribus se hicieron sedentarias, las figuras y objetos rituales se endurecieron en el fuego y actualmente nos dan una importante información acerca de las sociedades de aquel tiempo. Es posible que tales figuras, junto con conchas y piedras coloreadas, pudieran haberse utilizado para el comercio.
No se sabe cómo se descubrió que la arcilla seca, sometida a una temperatura del rojo, aproximadamente 600 Cº, se volvía dura y no desintegrable por el agua. Es probable que la idea se desarrollase durante un considerable período de tiempo y existen dos teorías para explicarla. La primera, y posiblemente la más válida, es la teoría de los hogares. El fuego era una parte valiosa y vital de las primeras sociedades y culturas, proporcionando calor y luz, y ahuyentando las fieras; también se utilizaba para cocinar los alimentos.
Era cuidadosamente vigilado y mantenido, se hacían agujeros en el suelo y éstos pudieron muy bien haber sido recubiertos con arcilla. El fuego mantenido en tales hogares transformaría la arcilla en cerámica y cuando el fuego se retiraba finalmente de ellos habría dejado un recipiente rudimentario.
La segunda teoría es la de que los cestos hubiesen sido recubiertos con arcilla húmeda para hacerlos impermeables y, a su debido tiempo, cuando la arcilla se hubiese secado y contraído, se hubiese formado un recipiente sencillo que podía contener fuego. Estos cestos recubiertos de arcilla también podían quemarse en el fuego, con lo que quedaba un sencillo recipiente cocido. Tal teoría presupone la existencia de la cestería.
En algunas culturas primitivas la cestería existía sin que existiera la cerámica, pero en otras la cerámica existía sin la cestería. Todo lo que podemos admitir es que una feliz combinación de factores sociales, técnicos y económicos dieron como resultado el descubrimiento cíe que la arcilla se convertía en cerámica cuando se calentaba suficientemente.
