Escultura

Juntamente, las imágenes de culto situadas en los santuarios y en las capillas oponen a estas representaciones un aspecto estático e inmutable debido a su frontalidad y a la rigidez de su actitud y de sus gestos. En esto se revelan herederas directas del estilo Pala del final, del que perpetúan por otra parte algunas particularidades. Tal es, por ejemplo, la muy bella efigie de Surya en el templo de Konarak (hacia 1250) que corresponde sin lugar a dudas muy estrictamente a los cánones de la iconometría y de la iconografía de su tiempo.
En las regiones meridionales, en la misma época, el acento es muy diferente, pero la excelencia de la escultura igual. Las más bellas obras se ven en las paredes exteriores de los templos de Tanjore y de Gangaikondacholapuram (primer cuarto del siglo XI). Son grandes efigies en alto relieve muy acusado, tanto que parece escultura exenta, puestas en nichos en los dos pisos del cuerpo de los vimana; sus formas esbeltas y refinadas, el modelado suave y el contorno purísimo de sus miembros hacen de ellas obras de una perfección completamente clásica. En ellas se descubre la seguridad de la mano de maestros escultores en plena posesión de su arte.
Se puede considerar que estas obras marcan el apogeo de la escultura sobre piedra en el sudeste de la India en época medieval. Las mismas cualidades de estilo y de realización se hallan en las numerosas imágenes de culto en bronce que datan del mismo período, muchas de las cuales fueron realizadas en Tanjore o en sus cercanías. Fueron fundidas a la cera perdida (como aún se hace hoy en la misma región) según un procedimiento descrito en varios textos de esta época y que difiere poco de la técnica conocida y utilizada en Occidente. Su tamaño es muy variable, y por ende su peso, pero generalmente estaban destinadas a ser sacadas del templo y transportadas con ocasión de procesiones, mientras que los iconos de piedra suelen ser inamovibles.
Como en el Norte, la evolución del gusto condujo a los artistas del Sur a un mayor manierismo, perpeparedes exteriores de los templos de Tanjore y de Gangaikondacholapuram (primer cuarto del siglo XI). Son grandes efigies en alto relieve muy acusado, tanto que parece escultura exenta, puestas en nichos en los dos pisos del cuerpo de los vimana; sus formas esbeltas y refinadas, el modelado suave y el contorno purísimo de sus miembros hacen de ellas obras de una perfección completamente clásica. En ellas se descubre la seguridad de la mano de maestros escultores en plena posesión de su arte.
Se puede considerar que estas obras marcan el apogeo de la escultura sobre piedra en el sudeste de la India en época medieval. Las mismas cualidades de estilo y de realización se hallan en las numerosas imágenes de culto en bronce que datan del mismo período, muchas de las cuales fueron realizadas en Tanjore o en sus cercanías. Fueron fundidas a la cera perdida (como aún se hace hoy en la misma región) según un procedimiento descrito en varios textos de esta época y que difiere poco de la técnica conocida y utilizada en Occidente. Su tamaño es muy variable, y por ende su peso, pero generalmente estaban destinadas a ser sacadas del templo y transportadas con ocasión de procesiones, mientras que los iconos de piedra suelen ser inamovibles.
Como en el Norte, la evolución del gusto condujo a los artistas del Sur a un mayor manierismo, perpetuando las tradiciones. En los siglos XIII y XIV un buen ejemplo de esta evolución está representada por la decoración exterior del templo de Venugopala Krisnan en Srirangam, donde se vuelven a encontrar -en los espacios entre pilastras- las figuras femeninas tan frecuentes en los clichés literarios: la muchacha púdica, la que juega con un periquito, las músicas, la que se pone el tilaka en la frente contemplándose en un espejo, etc. La exageración de sus "signos de belleza" es manifiesta y sus gestos preciosistas, sus posiciones rebuscadas acentúan la impresión de afectación que se desprende de este estilo. Sin embargo, se trata de un estilo que no deja de tener una bella calidad y que se parece al arte de corte ya señalado en el Norte, en la misma época y anteriormente.
Falta evocar sólo la escultura del estilo Hoysala. Está dotada de una notable unidad de estilo, el cual se caracteriza por cierta pesadez, un recargamiento decorativo y un rigor iconográfico, pero también por unas actitudes marcadas por una especie de majestad, de dignidad, que da a los personajes divinos un aspecto tranquilo y sereno. Sus siluetas son más cortas que las del estilo Cola, sus formas menos finas, pero están bien equilibradas y de ellas se desprende una impresión de solidez impasible, no exenta de cierto encanto.

El Shiva Nataraja
El Shiva Nataraja (Rijks-museum, Amsterdam). Bronce del siglo XIV que representa el dinamismo de la danza cósmica del dios. Desde los tiempos de Mohenjo-Daro, en la India se empleaba el procedimiento de fundir el bronce a la cera perdida, pero no subsisten demasiadas muestras anteriores al siglo X.