Escultura

La época medieval dio gran importancia a la escultura. Todos los templos, tanto los del Norte como los del Sur, estaban decorados exterior e interiormente. Los santuarios y las capillas contenían estatuas, de piedra o de bronce, dedicadas por entero al culto, y en los patios varios pabellones albergaban monumentales efigies de animales divinos, tales como el toro Nandin de Shiva, el pájaro Garuda de Vishnu o el jabalí Varaha, avalara de Vishnu.
De toda esta sobreabundante producción emergen grandes estilos, emparentados unos con otros, a través de las grandes corrientes que definen la evolución general del arte indio. Simultáneamente hay que observar el desarrollo cada vez más complejo de las reglas iconográficas, ya muy avanzado en el estilo Pala de Bengala hasta comienzos del siglo XIII, y que determina un recargamiento creciente de los atributos y de los adornos, así como la multiplicación del número de brazos y hasta de las cabezas para algunos dioses. Hay que observar también una diferencia innegable entre los estilos septentrionales y meridionales, señalándose los primeros por un gusto hacia las actitudes dinámicas, movidas, con frecuencia contorsionadas, mientras que los otros dan prueba de comedimiento y contención, casi de frialdad, gustando de las actitudes tranquilas y equilibradas, hasta en los temas más animados como, por ejemplo, la danza de Shiva. En las dos regiones el apogeo de la escultura religiosa se sitúa entre los siglos X y XII, empezando la decadencia en los siglos siguientes.
En el Norte, los más bellos estilos son los de Bhubaneswar (Orissa), de Khajuraho (Bundelkhand), y, en el siglo XIII, de Konarak (Orissa). Los del Gujarat, del Rajputana y de las otras provincias septentrionales no pueden rivalizar con la calidad de aquéllos, aunque presentan un interés innegable.
Los estilos de Bhubaneswar y de Khajuraho están estrechamente emparentados a pesar de la distancia geográfica que separa estos dos lugares y aunque fueron creados en reinos diferentes. Son la emanación y la expresión de una sociedad típicamente medieval y feudal, cuyas características comunes están bien definidas en las inscripciones lapidarias encontradas aquí. La primera fase de estos estilos está bien ilustrada por la decoración exterior del templo de Muktesvara en Bhubaneswar (siglo X); las representaciones femeninas predominan en él, con figuras de formas elegantes y bien equilibradas, cuya silueta ondula graciosamente según la triple flexión canónica o tribhanga; estas representaciones ilustran temas divinos o sólo literarios: la jugadora de pelota, la mujer del pájaro, la que se arranca una espina de la planta del pie, la que entreabre una puerta, la que toca con el pie derecho el tronco de un árbol, la que cabalga un animal mítico, etc. El relieve es rotundo, desenvuelto, ligero.
En el curso de la segunda fase de los mismos estilos (siglos XI-XIII) las siluetas se alargan y los "signos de belleza" se acentúan: senos más macizos, talle más fino, caderas más anchas; y los rasgos de la cara se estilizan y exageran, alargando el rasgado de los ojos, pronunciando la nariz que tiende a ser puntiaguda, lo que llevará en el siglo XIII, en Konarak sobre todo, a una facies muy particular. El alto relieve es entonces tan exagerado que casi llega a ser escultura exenta, ya que muchas partes están por completo separadas del fondo.
Simultáneamente se asiste a un florecimiento excepcional del tema de la pareja amorosa (mithuna), conocido desde el primer siglo d.C. en la escultura búdica, al que se añaden a partir de este momento grupos eróticos. La presencia de éstos en las paredes exteriores de los templos, sobre todo en Khajuraho, parece que se debe a la influencia preponderante de las sectas Kaulakapalika cuyo objetivo principal de alcanzar la unión mística con la divinidad se traducía en la realización del acto sexual entre los iniciados de una misma secta; dichas sectas gozaban de verdadera reputación entre los cortesanos, lo que podría explicar el apasionamiento de los escultores por los temas eróticos.
En todo caso, estos temas fueron el pretexto para la ejecución de admirables grupos y para la exaltación de las formas humanas. Por la belleza de sus actitudes, por el ritmo ardiente de sus abrazos, estos personajes animan las paredes de los templos con una vida intensa. Por muy atrevidas que sean, las posiciones amorosas no son jamás vulgares ni verdaderamente obscenas, sino espontáneas, sinceras, sin falso pudor. De todo este conjunto se desprende un sentido plástico tan notable, que estas obras igualan las más depuradas obras maestras de todos los tiempos y expresan el amor carnal bajo el más bello aspecto que le haya sido nunca dado en la escultura universal. Erótica o no, la escultura de esta época en Orissa y en Bundelkhand atestigua una estética particular que se inspira en los datos anteriores, pero que imprime un acento nuevo a la creación artística por la utilización de movimientos muy acentuados, tanto en los cuerpos humanos como en las siluetas animales, lo que les confiere un dinamismo casi violento o voluptuoso no alcanzado hasta entonces en la India.

Templo de Paraswanath
Templo de Paraswanath, en Khajuraho. La decoración de los templos hindúes contiene una profusión de temas eróticos. En este conjunto escultórico se ve al dios Vishnu junto a su consorte Lakshmi, en una evidente actitud de mutua seducción.

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