De este modo, en Córdoba se cerró de bóveda el tramo que forma el vestíbulo delante del mihrab. Está, además, decorada con mosaicos que envió el emperador de Constantinopla, amigo y aliado del califa omeya de Córdoba.
Tampoco le faltaban importantes amigos a los soberanos de Bagdad, pues mientras los califas cordobeses gozaban del favor del máximo representante del Imperio bizantino, Carlomagno y los emperadores carolingios establecieron alianzas con los califas abasíes de Bagdad. Por otra parte, la llamada Macsura de Córdoba, una especie de antesala del santuario que acredita una riquísima decoración, está cerrada con arcos lobulares entrecruzados.
Hacia el año 1171 se inició la construcción de la mezquita de Sevilla, en el mismo lugar que ocupa hoy la catedral gótica. Por desgracia toda la obra árabe ha desaparecido; aunque se conserva su famoso alminar, único y espléndido vestigio de la primigenia edificación árabe.
Este alminar no es otro que el llamado la Giralda, levantado por el almohade AbuYakubYusuf en 1195, pocos años después de que comenzaran las obras de la mezquita. La Giralda es el monumento local más estimado de los sevillanos y sirve hoy de campanario de la catedral. Tiene la silueta de una torre cúbica, con un cuerpo superior más pequeño en su plataforma.
Esta es la solución típica de los alminares de la escuela hispanomarroquí: los alminares de las mezquitas de Rabat, Marrakech y Orán tienen la misma forma. Según informa la Crónica General de Alfonso el Sabio, la Giralda tuvo otra torre de ocho brazas y a la cima cuatro manzanas redondas, obra, estas últimas, de un siciliano. De todos modos, después de tantas transformaciones, resulta imposible conocer el verdadero aspecto puramente musulmán de su remate porque fue destruido por un terremoto en 1355 y reconstruido en estilo renacentista, en 1560, por Hernán Ruiz.
El alminar o minarete no cobra importancia únicamente por su valor artístico, pues es, además, un elemento esencial de la mezquita ya que sirve para recordar a los fieles las horas de oración. La salmodia o exhortación que hace desde lo alto el almuédano sustituye el repicar de las campanas y es todo un espectáculo en las ciudades en que se puede presenciar esta antigua tradición.
Los alminares omeyas más antiguos, como los de la mezquita de Damasco, son de planta cuadrada con pisos superpuestos; su forma parece derivar de las pirámides escalonadas de Asiría y Caldea.
No hay duda de que los árabes, al ocupar el valle del Eufrates, debieron de sentirse impresionados por las torres que se destacan sobre las ruinas de las antiguas ciudades caldeas. Algunos creen que los alminares conservan algo de la superposición de pisos de los zigurats caldeos, y así podría decírseles a los sevillanos que su famosa torre sería copia o imitación de otra más antigua y más famosa: la torre de Babel, con sus pisos superpuestos escalonados.
Pero hay arqueólogos que insisten en que el alminar musulmán empezó a emplearse en Egipto y reproduce la torre escalonada del Faro de Alejandría, con sólo tres pisos. Los alminares citados de Marrakech (en la mezquita de la Kutubiyya) y de Rabat (en la mezquita de Hassán), ambos del siglo XII y hermanos de la Giralda, tienen sus muros decorados al estilo almohade con arcos ciegos, lacerías y relieves geométricos que recuerdan la decoración que por la misma época realizaban los selyúcidas en sus edificios de Asia Menor.