Hay que regresar de nuevo a Andalucía para referirse al que es, sin lugar a dudas, uno de los edificios más representativos de la época de la dominación musulmana en la Península. La Alhambra, palacio real, residencia de los monarcas granadinos, se ha conservado casi intacta en las localidades destinadas a residencia de verano. Se supone, sin gran fundamento, que el palacio de invierno lo mandó derribar Carlos V para construir en su lugar un edificio del Renacimiento, que quedó sin terminar.
La Alhambra fue erigida sobre el monte de la Assabica, en el siglo XIV por los sultanes Yusuf I (1333-1353) y Mohamed V (1353-1391), llamado el-Ahmar (el Rojo), de la dinastía de los Nasser; y su nombre de Alhambra quiere decir también la Roja, pues el color predominante, vista desde lejos, es el de los ladrillos rojos de la obra exterior.
Del mismo modo que el Imperio romano infundió su modo de ser y su sentido artístico hasta en las provincias más alejadas, así también el Islam impuso su mentalidad hasta los confines de Occidente. Introdujo en Andalucía el gusto y las técnicas de construir de Mesopotamia y Persia. La Alhambra es una gran obra de arte, pero su belleza está realzada por hallarse en tierras tan occidentales.
Es esencialmente una residencia de pleno carácter oriental, que parece extraordinariamente fuera de lugar en su ubicación y no nos sorprendería descubrir que había sido transportada por arte mágica desde el otro extremo del Imperio musulmán, quizá desde las espléndidas ciudad de Bagdad o Teherán.
No sólo sorprende sus carácter tan marcadamente oriental sino que lo que extraña más de ella es lo poquísimo que manifiesta haber aceptado del país que la recibió, como si hubiera querido mantenerse fiel los deseos de los arquitectos que la llevaron a cabo.
En la mezquita de Córdoba se encuentran columnas y capiteles romanos; la disposición era todavía de una basílica clásica con múltiples naves o crujías, y se sospecha que la forma del arco de herradura es una supervivencia visigoda. Nada de esto hay en la Alhambra: lo clásico, lo romano, lo godo y lo latino se han eclipsado para hacer lugar a algo enteramente exótico y musulmán.
Si se hubiese conservado la parte del palacio en la que estaban los aposentos ocupados en invierno, aquellas salas más cerradas y más compactas hubieran revelado cierta infiltración del estilo gótico español que sí se encuentra en el Alcázar de Sevilla. Pero tal como está hoy la Alhambra, reducida a los patios y pabellones de la residencia de verano, es un edificio fantástico, abandonado en la Europa occidental por el Islam para dar testimonio de la tenacidad y singularidad de su carácter.
Baños árabes (Jaén). Ubicados en el sótano del Palacio de Villardompardo, comparte espacio con dos museos municipales. De estilo hispano-musulmán, cumplían con la higiene y se regulaba por un horario estricto para hombres y mujeres, pues era obligado lavarse antes de entrar en la mezquita.