Los mahometanos viajaban poquísimo por países cristianos: se lo dificultaba, además del coste, la variedad de las lenguas. En tierras de creyentes, el árabe del Corán era y es un idioma internacionalmente mucho más difundido en todas las clases sociales que el latín en Occidente.
Así, tanto la sinceridad con que creen los musulmanes como el deber de la peregrinación explican la semejanza estilística de los monumentos islámicos. Los relieves planos, sin formas salientes, indicadísimos para una pared de muralla expuesta al sol del desierto, se aplican asimismo al interior de las mezquitas y hasta en la decoración de los mihrabs, de los muebles y objetos de arte suntuario.
Los temas son también semejantes. Así, tanto en el norte de África como en la India, los arabescos consisten en la intersección complicada y profusa de tallos y hojas estilizadas; pero las plantas peculiares del desierto, las hojas de parra a medio abrir, las granadas y las palmas se intercalan con pequeños tigres y leones, gacelas y pájaros del Oriente.
Estas formas de estilo árabe se encuentran en los frisos de los castillos mesopotámicos, y es curioso advertir que, hasta en los más lejanos países, persiste el gusto por las lacerías semivegetales y geométricas.
El artista musulmán siente repugnancia instintiva a las formas vivas en el estado en que se encuentran en la naturaleza, y llega al extremo de que, cuando puede disponer de frisos antiguos y capiteles corintios con hojas de acanto tiernas y jugosas, los corta en líneas secas y abreviadas, los labra de nuevo, abriendo con el trépano agujeros que reducen a esqueleto la flexible masa de las hojas frescas.
Los capiteles romanos y griegos así rectificados abundan en las mezquitas que se levantan por el norte de África y en la de Córdoba; en cambio, los secos capiteles visigóticos casi nunca son deformados por los artistas musulmanes.
La predilección por lo puramente geométrico, abstracto y abreviado es más sensible en los mahometanos sunitas, que son estrictamente coránica. Pero casi la mitad de los creyentes pertenecen a los chiitas, que consideran a Alí, primo o yerno de Mahoma, superior al Profeta, pues fue emanación de la sabiduría divina. Alí fue un imam, cuya virtud infinita le llevó a no manifestar su carácter y a no reclamar el reconocimiento de su categoría.
