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Historia del Arte

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Artes decorativas en el mundo islámico (6)

Poco después de hallarse el barniz de óxido de plomo, se inventó el estannífero, blanco y opaco, adecuado para emplear una policromía rica, que incluye el azul, y que se fija mediante una segunda cocción de las piezas.

Este nuevo barniz permitió también el empleo de la decoración por reflejos metálicos, obtenida mediante los óxidos de plata y cobre. Esta es la famosa cerámica dorada, que se usó desde la segunda mitad del siglo X en Egipto (al-Fustat) bajo la dinastía fatimí, y desde fines del siglo XII se fabricó en Mesopotamia (Rakka) y durante los siglos XII y XIII, en Persia (Ray o Rhages, Kashán y Sultanabad) y en Siria (Damasco). Desde fines del siglo XIII decoró también las cerámicas doradas hispanoárabes que se fabricaron en Málaga, centro importante donde se elaboraron, entre otras piezas famosas, las grandes jarras en las que, junto al adorno dorado, aparece también algunas veces la pintura azul, algunas de las cuales se fabricaron para la corte granadina nazarí.

En España esta cerámica malagueña dorada pasó a informar, durante el siglo XIV, la elaboración de Manises, en Valencia, que conoció una gran difusión por Europa, y ya en el siglo XVI, habiendo perdido gran parte de su antiguo estilo morisco, irradió a Barcelona, de donde pasó después a Reus; pero antes, conservando su sello árabe, pasó a Muel, en Zaragoza, donde su fabricación perduró hasta ser expulsados los moriscos de España.

Pero, a pesar de lo que se lleva dicho, no queda ni con mucho completo este cuadro de las principales cerámicas de origen islámico. Es preciso que sea mencionada una variedad que, durante los siglos XII y XIII, se cultivó en Persia con temas figurativos realizados con una gran delicadeza pictórica, y que se designó con la voz minai (esto es «esmaltada»), así como la pintada en azul, o en azul y negro, durante los siglos XIV y XV, en Damasco, y las persas posteriores, que desde el siglo XV al XVII intentaron imitar las porcelanas chinas Ming, con pintura azul: las de Kubachi, Kirman y Meshed, o finalmente las portentosas cerámicas policromas turcas, fabricadas durante el siglo XVI en Anatolia, en la antigua Nicea, Isnik.

Y aún a esta larga lista habría de añadir un comentario acerca de los azulejos islámicos, que tan brillante papel desempeñaron a lo largo de toda la historia de la arquitectura musulmana, de la que fueron obligado y brillante complemento de decoración.

Otra gloriosa industria del Islam son los tejidos y las alfombras. Para las telas, los maestros de los árabes fueron los coptos, los bizantinos y los persas sasánidas. Los musulmanes añadieron el gran elemento decorativo de la caligrafía. Las leyendas forman muchas veces orlas bellísimas en los tejidos. Los reyes de la dinastía franca de Jerusalén fomentaron esta industria en las tierras que gobernaban.

Los califas de Egipto, los árabes de la España musulmana, todos fundaron o protegieron también las fábricas de tejidos, que llamaban tiraz. Los historiadores árabes, como Al-Idrisi y Al-Makari, hablan de Almería como el lugar donde, en su época, se fabricaban las más bellas telas de España. Jaén y Sevilla producían también gran cantidad de tejidos de seda. Después las fábricas principales árabes españolas se establecieron en Granada. Los tejidos granadinos del siglo XV son todavía admirables por la belleza de color de sus entrelazados geométricos.
Mientras que los telares de Egipto y de Siria continúan produciendo tejidos con temas zoomórficos inscritos dentro de las ruedas de tradición bizantina, en las fábricas más occidentales, o sea en Marruecos y en España, las formas vivas animales y vegetales casi desaparecen, sustituidas por los florones geométricos.

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