El santuario Exterior está dedicado a la Diosa del Grano, y se parece bastante al Interior, quizás fue su modelo ya que, según la tradición, se erigió durante el reinado del emperador Yuryaku, a fines del siglo V.
Estos edificios sagrados se reconstruyen cada veinte años, si lo permiten las condiciones, conservando concienzudamente todos los detalles, de acuerdo con las técnicas tradicionales. La costumbre de reconstruirlos meticulosamente tiene su punto culminante en la celebración solemne del rito del rejuvenecimiento de la Diosa del Sol, que está documentada a partir del reinado del emperador Temmu.
Como no siempre fue posible realizarla, por cuestiones de política interna, en el año 1973 tuvo lugar la sexagésima reconstrucción. Los japoneses pueden tener razón al negar cualquier influencia budista en estos santuarios, ya que dichas influencias son escasas en Ise.
Sin embargo, el encierro claustral es propio de los primeros templos budistas. Históricamente, los santuarios sintoístas son conjuntos arquitectónicos de colina, a los que no habría sido adecuado aplicar tal cercado.
Los santuarios de Ise tienen, todos ellos, un muro «pantalla-espíritu» taoísta frente a la puerta sacra principal, elemento desconocido, por lo demás, en Japón, pero bastante común en la China tradicional, donde se colocaba en la vía de acceso como barrera que rechazaba los malos espíritus. Es más probable que esta concepción pertenezca al taoísmo, que llegó al Japón primitivo por medio del arte budista.
El santuario de Ise, situado en la costa, al suroeste de Tokio, es una de las joyas de la arquitectura construida en madera.

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