Alegría de vivir

En la Alegría de vivir (Bonheur de vivre), Henri Matisse, uno de los grandes coloristas del siglo xx, pinta una escena donde integra figuras desnudas con el entorno paisajístico, por medio de una ordenación magistral de líneas sinuosas y ondulantes. En un ambiente campestre, rebo-
sante de erotismo, aparecen personajes masculinos y femeninos en distintas posturas: unos bailan, otros se abrazan, mientras que algunos conversan amigablemente. Esta audaz obra es una verdadera escena pastoral, que nos remite al delicioso espíritu de la Arcadia, a una nostálgica "Edad de Oro".
Matisse es aquí fiel a los temas idílicos arcádicos que predominaron desde el Renacimiento, con Gior-gione, pero que sobre todo nos enlaza con obras de Poussin y de Ingres. Su mirada, como la de sus contemporáneos, se volvió hacia ciertos aspectos de la tradición y a las culturas primitivas y exóticas a través de las cuales podía expresar la armónica belleza de un mundo calmado, sereno y sensual.
No obstante, el motivo de la obra lo vincula directamente con Paul Cézanne, que en la última etapa de su trayectoria pictórica, entre 1890-1894, abordó en diversas ocasiones el tema de las bañistas; aunque, en el caso de la Alegría de vivir, las posturas que adquieren los cuerpos rebosan de una gran sensualidad. Los ritmos curvilíneos, la simplificación de la línea, la importancia del color y la supresión de los detalles que aparecen en esta obra son rasgos preeminentes en la producción artística de Matisse.
Como fauve, el color es el protagonista de la obra. El punto de partida estaba en los colores de los pintores simbolistas, sobre todo de Gustave Moreau, pero usó la intensidad del color de los impresionistas y postimpresionistas para conseguir una mayor riqueza cromática y lumínica. Estos elementos los utilizó con fines simbólicos para así huir de la realidad y poder transmitir sensaciones.
Para Matisse todo cuadro había de estar regido por una "armonía", es decir un equilibrio entre los colores y las formas, las líneas y el cromatismo. La aplicación del color con pinceladas gruesas ayudaba a dar más expresividad sensual al ambiente.
El entusiasmo del artista por la pintura y el dibujo de desnudos parece haber adquirido su primer impulso importante en los estudios para la presente obra. Así, muchos de los tipos aparecidos aquí los desarrollará posteriormente en otras pinturas y esculturas. Es el caso de Desnudo azul, pintado a comienzos de 1907, que proviene de la figura central derecha de la Alegría de vivir.
La obra fue adquirida por Gertrude y Leo Stein, que durante muchos años fue bien conocida en la colección. Es posible que influyera en la realización de Las Señoritas de Aviñón, pues es seguro que Picasso la habría visto ya, fuera en el Salón de los Independientes, donde se expuso en 1906, o en la residencia de los mismos hermanos Stein.
Fechada en 1905-1906 y con unas medidas de 174 X 238 cm, Alegría de vivir se conserva en la Fundación Barnes, Merion, de Pensilvania, y es una de las pinturas de figuras y paisaje más delicadas de la producción del artista.