Difusión y pervivencia del surrealismo

Fuera de Francia, el movimiento no tardó en extenderse a ciertos países europeos, empezando por Yugoslavia, que asistió al nacimiento del primer grupo surrealista no parisiense. Los poetas Marko Ristic, Dusan Matic, Kotcha Popovic y los pintores Van Bor, Djordje Kostic y Zivanovic Noe fueron, de diferentes maneras, sus promotores. En Checoslovaquia, el poeta Karel Teige y los pintores Jindrich Styrsky, Toyen y Heisler supieron dar a la idea surrealista un impulso cuyos efectos repercuten aún hoy en toda una juventud ansiosa de libertad. En Rumania, Victor Brauner, Jacques Hérold y Ghérasim Luka, transplantados los tres a París, encarnaron con rigor las exigencias poéticas y morales del movimiento. En 1936, tuvo lugar en Inglaterra la primera exposición internacional del surrealismo, organizada por Roland Penrose con la participación de Herbert Read y la contribución de Henry Moore, Paul Nash, Graham Sutherland, John Banting, Eilen Agar, Leonora Carrington y Humphrey Jennings.
Alemania vio nacer los dominios angustiados de Richard Oelze, de Hans Bellmer y de Única Zürn. De las islas Canarias surgió el maravilloso "caimán" Osear Domínguez; de Cuba, Wifredo Lam; de Chile, Roberto Matta. Bajo el padrinazgo de Giacometti y de Man Ray, Méret Oppenheim llegó de Suiza para construir objetos irónicos y mágicos.
Si fuera preciso citar a todos los artistas del presente que han sido alcanzados, a veces momentáneamente, por la gracia surrealista, se sobrepasaría rápidamente el centenar. Algunos, de acuerdo con las motivaciones del movimiento y su orientación general, prefirieron mantenerse aparte del "grupo" y de su disciplina. No es menos cierto que artistas como Alberto Savinio, hermano de Giorgio De Chi-rico, el checo Frantisek Música, Leonor Fini, Joseph Cornell, Félix Labisse, Stanislao Lepri y algunos otros, tienen en su activo una obra surrealista en su esencia. Después de la guerra, ciertos brotes espectaculares atestiguan la vitalidad de un movimiento que, demasiado apresuradamente, se creyó muerto. Dorothea Tanning realizaba su mutación, a partir de la figuración meticulosa de escenas oníricas, hasta el estallido de las formas y su dilución en un espacio sin límites, donde se reconstituyen en visiones hurañas y fugaces. Arshille Gorky desaparecido prematuramente y de un modo trágico, también había atravesado el espejo e intentaba captar el secreto de las esencias. Actualmente, y en pleno auge, pueden citarse a los yugoslavos Miljenko Stancic, Vassilje Jordán, Miodrag Dado y Ljuba Popovic; a los italianos Cesare Peverelli, Sandro y Guido Somare, Arturo Carmassi, Cario Guarienti y Sergio Dangelo; a los checosYvanTheimer e Irene Dedicova; a los cubanos Ramón Alejandro y Roberto García-York; al peruano Gerardo Chávez; a los franceses Marc Janson, Phi-lippe Labarthe, Alain le Yaouanc y Olivier O. Olivier; a los belgas Daniéle y Le Moult.
Así, el surrealismo ha seguido ejerciendo sobre la fracción más inquieta de la juventud una atracción confirmada cada día. Con seguridad, esta longevidad de su influencia deriva de que el surrealismo no es una escuela de literatura o de arte, sino más bien un estado de ánimo, una disposición de espíritu, que se dirige a un conocimiento inmediato del ser y a su aprehensión total. Se ha mostrado antes cómo los surrealistas pusieron el acento en el sueño, el sondeo del inconsciente y la solicitud del azar como vía de acceso a la realidad poética en donde tiene lugar la verdadera vida. Es un "en otra parte" lo que busca el artista surrealista, pero un "en otra parte" que puede, a cada momento, hacerse presente para quien sepa hacerlo surgir. Sólo falta comunicarlo a los otros, y es ahí donde las técnicas intervienen: automatismo, búsqueda del segundo estado, sueños despiertos u orientados, análisis de los signos proporcionados por el azar, lectura inspirada de los datos naturales, son otros tantos medios que permiten acceder a la vertiente nocturna de la consciencia, o, como diríaYves Bonnefoy, a ese tras-país del ser que no se deja asir más que detrás del horizonte.