El problema de la forma y el color

El problema que se le planteaba a Kandinsky era si la forma y el color, libres de todo propósito representativo, como el pretendía, podían ser articulados en un lenguaje de contenido simbólico. A través de sus obras del año 1910 y siguientes, Kandinsky llegó a la conclusión de que las puras formas plásticas podían dar expresión "externa" a una necesidad "interna". Su formación jurídica y su sensibilidad musical lo predisponían a la invención y elaboración de un sistema de notación
exacto. De este modo, las formas coloreadas debían ser dispuestas sobre la tela tan claramente como las notas de una partitura orquestal. Al final de su tratado Sobre lo espiritual en el arte, Kandinsky distingue tres clases diferentes de obras suyas:
"1) Una impresión directa de la naturaleza exterior. A esto llamo una Impresión.
2) Una expresión en gran parte inconsciente, espontánea, de carácter interior, de naturaleza no material (es decir, espiritual). A esto llamo una Improvisación.
3) Una expresión de un sentir interior lentamente formado, elaborado repetidamente y de un modo casi pedante. A esto llamo una Composición".

Esta explicación que el mismo Kandinsky da es muy útil, pues, al contemplar el conjunto de su obra, es posible darse cuenta de que al primer grupo pertenecen sus realizaciones datadas hasta 1910; al segundo, las abstracciones expresionistas del período 1910-1921, y al tercero, las abstracciones constructivas posteriores a 1921.

Improvisación 14 de W. Kandinsky (Museo Nacional de Arte Moderno, París). Esta obra de 1910, corresponde al grupo de realizaciones que él mismo definió como "impresión directa de la naturaleza exterior". Efectivamente, en esta obra cabría aún hablar de la transposición de los elementos: un árbol a la izquierda, el azul del cielo al fondo, etc.