La escuela de París

A finales del siglo XIX, el creciente prestigio de las nuevas escuelas había empezado a atraer a París a los artistas extranjeros, iniciando un proceso que se acelerará a principios del XX. Todos ellos se agrupan, podría decirse que se aglutinan, en dos barrios: Montmartre y Montparnasse. En Montmartre la mayoría se instalan en un extraño edificio llamado le Bateau-Lavoir, en el que Picasso mostró a algunos amigos Las Señoritas de Aviñón. En Montparnasse se encuentran en los cafés del cruce rué Vavin-boulevard Raspan (el "Dame", la "Rotonde" la "Coupole") o a la hora de comer en el modesto restaurante de Rosalie; los más pobres viven en una extraña construcción circular llamada la Ruche, reconstruida cerca de los mataderos de Vaugirard con elementos procedentes de la Exposición Internacional de 1900.
De este modo, llegan a París artistas de toda Europa, de Estados Unidos, de México, de Japón... que conformarán un mundo artístico de libertad, bohemia y melancolía que es, sin duda, uno de los períodos artísticos más fecundos y fascinantes de su tiempo. El contacto de los recién llegados con los cubistas influyó bastante en la formación de sus estilos, en los que la sensibilidad hacia el color y la imaginación se impusieron al esquema intelectual.