París, capital de un movimiento internacional

Hacia 1930, como consecuencia de la adhesión de numerosos pintores franceses, París fue la capital del movimiento, pero una capital internacional. Dos grupos nacieron allí entonces: Cercle et Curré, bajo la dirección de Michel Seuphor, y Abstraction-Création, y se reunieron artistas de muchas nacionalidades: Kandinsky y Pevsner acudieron de Rusia; Moholy-Nagy, de Hungría; V. Servranckx y G.Vantongerloo, de Bélgica; Van Doesburg, Dómela y Mondrian, de los Países Bajos; Otto Freundlich y Vordemberge-Gildewart, de Alemania; Henryk Stazewski y Ladis-las Stzeminski, de Polonia; y Francia estaba representada por un gran número de artistas, entre los cuales estaban Herbin y Arp. Todos habían tomado conciencia del hecho de que, en aquellos años trastornados, su arte no podía limitarse sólo a los ideales estéticos, sino que debía dedicarse al porvenir del hombre y de la sociedad. Todos estaban convencidos de que el arte debía superar el individualismo y la arbitrariedad, y guiar a la humanidad hacia una claridad nueva. Fue de nuevo Theo van Doesburg quien formuló esta idea en su Manifiesto del arte con-creto:"Si los medios de expresión se encuentran liberados de toda particularidad, están en relación con el mismo objetivo del arte, que consiste en realizar un lenguaje universal".
Este movimiento internacional no había alcanzado, sin embargo, a los países anglosajones. Fue Naum Gabo quien llevó las ideas de Abstraction-Création a Inglaterra. En 1937 publicó, con Leslie Martin y Ben Nicholson, la revista Gírele, International Survey of Constructive Art, en donde se encuentra también una contribución de Mondrian. En estos mismos años, el pintor Ben Nicholson y la escultora Barbara Hepworth se desprendían de su arte que, a pesar de su sobriedad y severidad, permanecía aún bajo la dominación de la realidad visible, y empezaron a crear obras conforme a las ideas formuladas por Theo van Doesburg. La llegada de Mondrian a Inglaterra -había dejado París en 1938, momentos después de los acuerdos de Munich, y fue recibido cordialmente por el grupo Circle- reforzó esta influencia sobre el arte inglés. Sólo a partir de este momento puede hablarse de un arte abstracto en este país.
América había quedado todavía fuera de este conjunto. Albers, refugiado en los Estados Unidos ante la opresión de las artes y de los hombres en la Alemania nazi, fue uno de los primeros, con otros maestros de la Bauhaus, en introducir allí las nuevas ideas. Y la llegada de Mondrian a Nueva York, expulsado de Londres por los bombardeos alemanes, en 1940, lo cual ya había previsto en 1938, en París, le dio nuevo impulso. Pero el descubrimiento de esta metrópoli ruidosa y grandiosa tampoco dejó de influir y rejuvenecer la visión de Mondrian. Las grandes capitales modernas habían sido ya desde el principio una fuente de inspiración para De Stijl. El triunfo del orden humano sobre los caprichos de la naturaleza fascinaba al grupo al contemplar la ordenación de las ciudades: Plaza de la Concordia, el cuadro de Mondrian empezado en 1938 y terminado en 1943, así lo atestigua. Ahora bien, por su contacto con la ciudad de Nueva York, Mondrian tomó conciencia del ritmo dinámico de esta ordenación, ello se tradujo en pulsación y movimiento en sus últimos cuadros, sin renunciar por eso al orden geométrico: Broadway Boogie Woogie, tela que unió la noción del urbanismo moderno al ritmo de una danza, se convirtió en una sorpresa para los admiradores de su arte. Y su última obra, denominada Victory Boogie Woogie, la cual quedó inacabada debido a la muerte de Mondrian en el año 1944, cantaba la victoria sobre la tiranía mediante bandas de colores alternantes y también a través del ritmo vibrante de sus alegres colores, prefigurando así, un año antes de la victoria definitiva, un mundo más claro y más feliz. Este cuadro premonitorio aparece al mismo tiempo como el punto de partida del desarrollo de la abstracción geométrica después de la II Guerra Mundial.
Este cuadro encarna no sólo el lenguaje disciplinado y severo de la abstracción geométrica, sino también toda una visión utópica y optimista del mundo. La armonía, que ha sido creada en este cuadro -como en todos los demás de Mondrian y de sus compañeros- por la supresión mutua de las oposiciones, no estaba confinada al campo de la estética: tenía que servir de modelo a la humanidad incitándola a suprimir las contradicciones trágicas de la vida e indicar así a los hombres el camino hacia un porvenir mejor y luminoso. La luz que surge de este cuadro es sobre todo la razón humana, capaz de desvelar la armonía de la creación para alcanzar las leyes que rigen al mundo y a los hombres. Mondrian lo intentó en sus cuadros y escribió: "Se sirve a la humanidad iluminándola".
La abstracción geométrica no se caracteriza, pues, por el empleo exclusivo de formas geométricas ni por su rechazo total de toda referencia a la realidad perceptible, sino por su manera de considerar, de ordenar y de comprender el universo. No es el lenguaje geométrico lo que le confiere su impulso innovador, sino el pensamiento matemático, tal como lo formuló Max Bill en un texto de 1949: El pensamiento matemático y el arte de nuestro tiempo. Es una necesidad de objetividad y de capacidad de transmisión lo que, liberándonos de la arbitrariedad de las apariencias de la naturaleza y de la subjetividad de nuestro temperamento individual, nos ha permitido dominar el mundo. Se trata de un arte que pretende hacer visibles las leyes de este universo, la música de las esferas, coincidiendo así con la profecía de Flaubert. Es un arte que pretende ser un faro. Por esto Mondrian ha hablado siempre de este arte como de una "visión verídica de la realidad".