
Pero a pesar de todos estos datos, otras fuentes escritas no dan los comienzos de esta cerámica popular hasta el siglo XV.
Hay algunos aspectos que aún se desconocen de la cerámica de Olivares y que nos lo indicarían sus formas, si éstas se han mantenido invariables desde sus inicios hasta la llegada del vidriado, estaríamos ante una de las cerámicas más antiguas de la Península, pero estos datos aún no se conocen. Desde el siglo XVI gran parte de la producción alfarera zamorana era exportada a distintas zonas de la provincia como Valladolid pero también a otros puntos del norte peninsular, donde al parecer esta cerámica era muy apreciada; así y ya en el siglo XVIII estas fábricas populares aportaban crisoles a la Real Fábrica de Porcelanas del Retiro pero también a otras provincias como Burgos, Falencia y Vitoria.
Las piezas de mejor calidad corresponden a los siglos XVII y XVIII. Estando su loza muy relacionada con la de Salamanca, pues pretendía imitar a ésta y a la de Talavera. Es en estos siglos XVII y XVIIII cuando se constatan hornos con producciones personales que tienen su máximo apogeo a lo largo del XIX con una labor febril hasta su desaparición hacia 1945.
Un estudio recientemente publicado advierte que según algunos datos escritos no es hasta fines del XVIII cuando se empieza a producir cerámica vidriada en blanco en el barrio de Olivares.
En contraposición con los datos arqueológicos basados en las estratigrafías de la ciudad entre los siglos XVI y XVIII. La procedencia de los materiales utilizados para esta cerámica popular son claros, y así aparecen los núcleos de la materia prima extendiéndose a lo largo del río Duero y entorno al primer (SS. XI-XII) y tercer recinto amurallado (mediados del XIV), se tiene constancia de esto gracias a los atifles encontrados en las cercanías del Palacio del Cordón.
Asimismo, hay referencias escritas desde los primeros siglos medievales de la presencia de olleros y de otros oficios artesanales, permaneciendo en esta zona hasta su posterior traslado, en el siglo XV, a la zona de Olivares, ya que el humo de la cocción de las piezas obligaba a situarlos lejos del núcleo poblacional.