Joan Miró

Estrellas en los sexos de los caracoles (1925)

Joan Miró

n. 1893 en Montroig (cerca de Barcelona), f. 1983 en Palma de Mallorca

Óleo sobre lienzo, 129,5 x 97 cm.
Dusseldorf, Kunstsammlung Nordrhem-Westfalen

A partir de 1924, Joan Miró tomó parte activa en las exposiciones y manifestaciones de los surrealistas; fue también entonces cuando empezó a perfilarse un cambio en su obra. Tras una fase inicial marcada por el cubismo y después de pintar algunos cuadros que podrían incluirse en el realismo mágico, Joan Miró empezó a cultivar un estilo que se proponía expresar los «destellos del alma». Pletórico de entusiasmo se entregó a una pintura en la que aparecían unos junto a
otros, aparentemente sin conexión ninguna, animales monstruosos y angelicales, árboles con ojos y oídos, incluso un aldeano con barretina y fusil. El elemento unificador era una atmósfera situada íntegramente fuera de la percepción de la realidad. De hecho, los cuadros que Miró pintó en aquella época pueden calificarse de «visiones de ensueño», de obras en la que se abría un espacio para la cita con el mundo onírico, la poesía y la pintura. Las formas concretas de la pintura se disolvían en superficies nebulosas de color en las que los signos mágicos aparecían flotando y uniéndose con versos en una visión soñadora.
Estrellas en los sexos de los caracoles (Etoiles en des sexes d'escargots) no es sólo un título añadido a la representación, sino que los versos escritos están íntimamente relacionados con la composición pictórica. El texto se escribe en tres líneas sobre suaves espirales azules, cuyos dinamismo y matices cromáticos pueden evocar una lejana analogía con la concha de un caracol. La última letra de la palabra escargot (caracol), la t, está dentro de un círculo rojo que aparece en el centro de la parte superior del cuadro. En el otro lado, una estrella fugaz atraviesa sus suaves curvas. En la parte inferior lo cruza una línea negra, que recoge varias de las formas blandas y difusas de la mitad inferior de la superficie pictórica. Por su peculiar contenido y por su irregular grafía, el texto recuerda el proceso de la écriture automatique; de este modo, con sus cambios entre lo blando y lo duro, entre lo preciso y lo difuso, evoca la indefinible percepción correspondiente al sueño, la vaga sensación de los fenómenos irracionales.
Por su parte, el cuadro Fofo - Este es el color de mis sueños, pintado el mismo año, plantea la discrepancia entre la racionalidad y el sueño de un modo totalmente diferente. También en este caso se trata de un «cuadro de escritura», de una obra en la que el texto es un elemento constitutivo de la composición. Concienzudamente, Miró trazó esta vez las letras negras sobre el lienzo claro. Una nube vaporosa y azul ilustra la frase y da pie a una serie casi interminable de preguntas: ¿Tienen color los sueños? ¿Pueden fotografiarse? ¿Qué hay tras la nube azul? ¿O se trata simplemente de la broma de un alumno aburrido a quien se le ha ocurrido un comentario y lo escribe bajo una mancha de tinta?

Estrellas en los sexos de los caracoles  

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