Las artes suntuarias


En los manuscritos del grupo formado alrededor del códice de Ada, los fondos son arquitectónicos y civiles. Los evangelistas no escriben al aire libre, sino dentro de quioscos decorados. Van vestidos también con ricos ropajes. El grupo entero fue realizado antes de la muerte de Carlomagno, en 814. En el Evangeliario que ahora se encuentra en Abbeville, por ejemplo, aparece el evangelista San Marcos sentado en el interior de un ábside de mármol blanco con bóveda azul oscuro; los capiteles corintios rojizos sostienen un arco triunfal realzado con gemas y copiado de modelos antiguos; joven, vestido con túnica de oro y capa roja, este evangelista nos traslada a la atmósfera de una audiencia imperial en el Crisotriclinio del Palacio Sagrado de Constantinopla. Igualmente joven y elegantemente vestido con túnica azul y manto de fantasía, ante un fondo arquitectónico casi idéntico, aparece el evangelista San Juan en el Evangeliario de Lorsch, sin ninguna duda realizado por el mismo taller de la catedral de Tréveris al que debemos todos los códices del grupo de Ada.
Los códices que se han atribuido a la escuela catedral de Reims tienen miniaturas de gran fuerza expresiva. Reflejan el espíritu y temperamento del fundador de la escuela catedral: el famoso obispo Ebbo, rebelde, conspirador, violento y agresivo, cuya biografía sería una novela emocionante con altibajos de copiosas fortunas y grandes y merecidos castigos. Ebbo ocupó la sede de Reims desde 816 hasta 835, después de ser siervo, escudero de la casa imperial y bibliotecario de Ludovico Pío. El Evangeliario que lleva su nombre fue realizado antes de 823 y en él ya aparece el estilo trepidante, parodia del ilusionismo helenístico, que caracteriza la escuela de Reims.
Es probable que fuera aún ejecutado en Reims un Evangeliario de Lotario, conocido como Sacramentario de Metz. Lo mismo reza para la obra maestra de Reims: el Salterio de Utrecht de hacia 820. En el famoso códice, las miniaturas intercaladas en el texto salpican las páginas de miles de figurillas agitadas,
como si los personajes divinos, al igual que los humanos, fueran todos epilépticos y enajenados. La sugestión de orientalismo chino que producen sus viñetas ha llamado siempre la atención de los especialistas. La violencia y el espanto sacuden el orden cósmico y se esparcen por cada página. El conjunto proporciona una de las más extraordinarias series iconográficas de toda la historia del arte.
Los manuscritos carolingios son, principalmente, Biblias o Evangeliarios, y sorprende la habilidad con que el artista se aprovecha de un episodio del Antiguo Testamento para hacer de él un cuadro de historia contemporánea. Por excepción, las miniaturas representan un suceso actual, como las páginas de la Primera Biblia de Carlos el Calvo, en la Biblioteca Nacional de París, donde los monjes de la abadía de Marmoutier, presentados por su abad beneficiario, el conde Vivián, entregan al emperador el manuscrito que han decorado. Esta obra fue sin duda entregada al emperador a principios de 851. El retrato de Carlos el Calvo, de frente y con corona, recuerda la representación del rey David, en el mismo códice, tocando el arpa entre los músicos y las virtudes cardinales. Esta semejanza fue buscada a propósito como un aspecto de la teoría política carolingia. Carlos el Calvo, con dos dignatarios coronados y acompañado de un grupo de eclesiásticos, compone en conjunto una de las primeras representaciones de un acontecimiento contemporáneo en el arte del Occidente medieval.
Generalmente, las escenas representadas en los frontispicios de los códices carolingios no son tan pintorescas como las de la Biblia de los monjes de Marmoutier, y se reducen al retrato del monarca entre algunos personajes de su corte y figuras alegóricas. La llamada Segunda Biblia de Carlos el Calvo, realizada entre 871 y 877 en el monasterio de Saint-Amand, cerca de Tournay, y que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de París, contiene en casi todas sus iniciales la influencia de los entrelazados irlandeses. Otra Biblia encargada por Carlos el Calvo con ocasión de su casamiento con Richildis en 870, guardada hoy en la abadía de San Pablo Extramuros de Roma, nos representa al emperador sentado en un trono, con escuderos y ministros. Pero está figurado como juez santo, es otro Salomón. La Biblia de Teodulfo, en el Puy, conserva, delante de cada ilustración, pedazos de telas bizantinas y sasánidas entre las páginas de pergamino para servir de guardas de las miniaturas.

Primera Biblia de Carlos el Calvo
Primera Biblia de Carlos el Calvo (Biblioteca Nacional, París). Aquí aparece el Pantocrátor rodeado por los evangelistas y profetas en esta biblia realizada a mediados del siglo IX en la escuela de Tours, y excelente ejemplo de su compromiso entre la ponderación tradicional del renacimiento carolingio y el rebuscamiento gráfico anglosajón.